MILÍM: LA HISTORIA DE LAS DIÁSPORAS, CON ALICIA BENMERGUI – Hemos decidido ocuparnos de otra región de América que estuvo relacionada con el Rio de la Plata y es la historia de los judíos que llegaron a Brasil huyendo de la Inquisición que había comenzado la persecución de los judíos en Portugal. Muchos judíos portugueses emigraron para Brasil y parece ser que durante el reinado de Felipe III los cristianos nuevos ejercían una gran influencia en las iglesias católicas donde muchos curas eran de origen judío, y en lugares como Paraiba la justicia estaba comandada por un cristiano nuevo. Era tan visible la presencia de estas comunidades cristianos nuevas en la colonia que el gobierno español nombró en 1621 oficiales del Santo Oficio para controlar a esta población falsamente cristiana. Durante el llamado “período holandés”, la inmigración judía tuvo proporciones verdaderamente extraordinarias
En Brasil, en Pernambuco, durante la conquista holandesa entre 1630 y 1644, se estableció una comunidad de origen judío proveniente de Ámsterdam. Eran judíos de origen portugués. Muchos de estos recién llegados “fueron los únicos que hablaban portugués y holandés, lo que les permitió dominar el comercio colonial, además poseían un profundo conocimiento de la industria azucarera. Y, a diferencia de Ámsterdam donde solo podían vivir, en Pernambuco eran libres de tener tiendas y administrar negocios en general”. Tantas ventajas fueron producto de la necesidad, pues la mayoría de plantaciones de Recife habían sido destruidas
En 1642, Isaac Aboab da Fonseca (un conocido rabino y erudito de Ámsterdam) y Moisés Raphael d’Aguilar llegaron a Brasil como líderes espirituales para ayudar a las congregaciones de Kahal Zur en Recife y Magen Abraham en Mauricia. En 1645, la población judía holandesa alcanzó un máximo de unas 1.500 almas, aproximadamente la mitad de la población europea allí. Los registros de la sinagoga muestran una comunidad judía bien organizada con una alta participación, que incluye un Talmud Torá (escuela), un fondo de Tzedaká y un comité ejecutivo supervisor. Cuando los holandeses fueron derrotados, muchos judíos partieron: algunos para el Caribe, otros para Nueva Ámsterdam (Nueva York). Pero otros judíos que huyeron de la Inquisición se dirigieron al sur a São Paulo, donde muchos de ellos se constituyeron en lo que fueron llamados los judíos de los sertones.
En 1647, las autoridades portuguesas arrestaron a Isaac de Castro por enseñar ritos y costumbres judías en el portugués que controlaba Brasil y lo enviaron de regreso a Portugal, donde la Inquisición lo condenó a muerte y lo quemó en la hoguera. Los judíos que no se fueron se convirtieron en criptojudíos, practicando el judaísmo en secreto. Vivían lejos de las autoridades, en el interior de Brasil: muchos se convirtieron en campesinos en ranchos o en vaqueros. En 1655, los portugueses cerraron un símbolo importante de la judería brasileña, la sinagoga Kahal Zur. Sin embargo, gracias a la familia bancaria Safra, la sinagoga volvió a abrir en 2002 y ahora se erige como la sinagoga más antigua existente en las Américas, que alberga un centro cultural judío y algunas ceremonias religiosas.
En 1773, un decreto real portugués del marqués de Pombal finalmente abolió la discriminación contra los judíos que lentamente fueron llegando a Brasil. Casi 50 años después, en 1822, Brasil se independizó de Portugal y una corriente de judíos marroquíes comenzó a llegar y estableció una sinagoga en Belem (en el norte de Brasil) llamada Porta do Ceu (Puerta del Cielo) en 1824 y más tarde una en Manaos (en el río Amazonas). Para la Primera Guerra Mundial, la comunidad sefardí de Belem de 800 personas tenía sus propias organizaciones caritativas y un club social. Y esta historia continuó…