MILÍM: LA HISTORIA DE LAS DIÁSPORAS, CON ALICIA BENMERGUI – Los judíos que llegaron desde Marruecos y Brasil se asentaron en la ciudad de Buenos Aires, pero un grupo importante se instaló en el interior, en las provincias más pobladas como la de Santa Fe, la de Entre Ríos, la de Córdoba, la de San Luis y la de Chaco, entre otras. El sector más importante de los inmigrantes se instaló en la capital del país, muchos de ellos en la zona sur, en barrios como San Telmo, Monserrat, Concepción y Constitución. En este contexto, rápidamente constituyeron sus instituciones como el cementerio, el templo, el club social Alianza y la Sociedad de Beneficencia. Se integraron muy rápidamente en esta nueva sociedad porque poseían el conocimiento del idioma, apellidos que no se diferenciaban demasiado de los otros españoles y, a pesar de que no abandonaron su identidad judía, relajaron sus prácticas religiosas, sin preocuparse, como lo hicieron otros grupos comunitarios, por crear una educación propia. Estos recién llegados poseían una excelente educación brindada por la Alliance Israelite Universelle: además del castellano, hablaban francés y también el árabe.
Al principio una parte de ellos se dedicó a una tarea muy común a todos los judíos, ashkenazíes, sefaradíes o mizrajíes (orientales), abriendo tiendas minoristas, negocios mayoristas y algunos también se dedicaron a la industria. Los marroquíes de Buenos Aires y los del interior mantuvieron lazos muy próximos entre sí, de ayuda mutua y recíproca en casos de necesidad. La historiadora Diana Epstein afirma que “este grupo étnico tuvo en Argentina una rápida integración. Según nuestra óptica ello fue consecuencia de su lengua, de la disminución de sus prácticas religiosas, del peso que tuvo en los niños la educación pública, pero también fue consecuencia de la ausencia de discriminación de la sociedad hacia ellos. Joseph Bengio señala que, estos marroquíes no encarnaban, a los ojos del argentino medio las características del judío. Los argentinos distinguían la colectividad ‘rusa’ (en realidad judíos de Europa Oriental que utilizaban como sinónimo de judío) y la ‘turca’ (judíos o árabes, musulmanes o cristianos, de Siria y del Líbano). Los judíos de Marruecos no eran reconocidos por la sociedad como integrantes de la comunidad judía sino que eran considerados como españoles, de un nivel más alto”.
Asimismo, es destacable que su evolución laboral fue un elemento integrador en la medida que pasó de ser el “judío errante” o vendedor ambulante, a asentarse e instalar luego sus comercios en forma de pequeñas o grandes empresas, para dedicarse a la industria y a ocupar destacadas posiciones en el mundo de la política, el arte, la cultura y la economía, sin renunciar a sus raíces, pero siempre contribuyendo con una sociedad que consideraban suya. En consecuencia, se puede afirmar que este grupo contribuyó a la conformación del país, no sólo porque incorporó las tradiciones y la cultura que absorbió en las localidades donde se fueron asentando – ya sea en la ciudad de Buenos Aires, como en el interior del país –, sino también por conservar sus raíces y algunas de sus tradiciones culturales. Así, se confirma la pluralidad cultural que predominó en Argentina como consecuencia de la gran inmigración. Esto es así porque estos integrantes de la comunidad judía provenientes del mundo islámico, como producto de su rápida asimilación lograron en el país una veloz “argentinización”. Y esta historia continúa…