EL CELULOIDE ELEGIDO – Cinéfilos de todo el mundo lamentan el fallecimiento del más importante productor de la cinematografía alemana de la segunda mitad del pasado siglo. 101 años estaba a punto de cumplir Artur Brauner -no faltó, nos dice Diego Moldes a su cita anual con la Berlinale- quien, nacido en Lodz y refugiado del nazismo en la Unión Soviética, tras un breve pasó por Israel eligió establecerse en Alemania, para, además de lograr éxitos comerciales mundiales, convertirse en el productor de películas de temática judía u holocaústica que son ya historia del cine: La Rosa Blanca, El jardín de los Finzi Contini (Óscar a la mejor película en lengua no inglesa), y Europa, Europa.
Devolvió a Alemania (a la RFA, con su productora CCC) a directores magistrales como Fritz Lang, William Dieterle o Robert Siodmak y se fue convirtiendo en ese “productor tan legendario como el propio cine” en definición de Moldes. Donó a Yad Vashem más de 20 películas originales referidas a los judíos europeos y al Holocausto. Brauner es siete décadas de cine, su nombre no será olvidado.