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‎22 Heshvan 5785 | ‎22/11/2024

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Judíos en el Imperio Zarista (1ª parte): la historia de Rusia

Judíos en el Imperio Zarista (1ª parte): la historia de Rusia

MILÍM: LA HISTORIA DE LAS DIÁSPORAS, CON ALICIA BENMERGUI – Cuando quisimos contar la historia de los judíos de Polonia, decidimos que antes contaríamos los orígenes y acontecimientos que llegaron a formar el Reino de la Gran Polonia. Hemos pensado que de esta manera continuaremos con la historia de los judíos ashkenazíes, porque no podemos hacerlo sin contar antes cómo fue que los antiguos zares lograron convertir al Imperio Zarista en la enorme y poderosa potencia multiétnica que es todavía hoy. La conquista territorial y el imperialismo practicado por Rusia es parte de la historia en la que le tocó participar a los judíos, no voluntariamente, porque han habitado en los territorios de los cuales se apoderó y la existencia que tuvieron y el antijudaísmo del que han sido objeto están profundamente relacionados con las convicciones religiosas de los rusos.
El nacimiento de esta historia comenzó en la Edad Media, en la ciudad de Kiev, más o menos para el año 988, con el reinado del Príncipe Vladimir, el comienzo del “Rus”, que se convierte al cristianismo ortodoxo, el bizantino. Pero el reinado de los zares comenzó oficialmente con Iván IV. Anteriormente, Iván III (“el Grande”) tuvo un rol fundamental en la centralización del estado ruso, después de haber derrotado al ejército mongol, la “Horda de Oro”, en 1480. Con la unificación del corazón del estado casi completa, el país estaba listo para afirmarse en el escenario internacional. Puede advertirse con cifras la rápida expansión de Rusia: de 1550 a 1700, el territorio de Rusia creció en 35.000 km2 por año. La ceremonia de coronación de Iván IV se inspiró en la de los emperadores bizantinos y, seis años más tarde, Moscú se hizo conocida como la Tercera Roma, debido a la toma del poder de Constantinopla por el Imperio Otomano, dejando a Moscú como el único centro legítimo de la Iglesia ortodoxa. La autocracia alcanzó su punto máximo en Rusia durante su reinado (1547-1584), por lo que fue apodado “Iván el Terrible”. Durante la década de 1550 subordinó a la nobleza rusa a un grado sin precedentes.
Iván fracasó en su intento de apoderarse de Lituania, Suecia y Dinamarca, pero otras conquistas le permitieron obtener acceso a Asia Central y controlar todo el río Volga. También trajo una importante población musulmana tártara a Rusia, que oficialmente surgió como un estado multiétnico y multiconfesional, aunque Rusia ha sido un país cosmopolita desde su fundación. Se convirtió así en una superpotencia antes de comienzos del siglo XIX, precisamente antes de los acuerdos europeos establecidos durante el Congreso de Viena (1815). Para los historiadores, el zarismo corresponde al período que va desde la coronación de Iván IV como el “Gobernador de todos las Rus” en 1547, hasta la fundación del Imperio Ruso por Pedro el Grande en 1721. Pero la expansión territorial continuó de un modo exponencial, especialmente por el papel que tuvo en el desmembramiento del Reino de la Gran Polonia en 1792, donde una parte – el sur de Polonia con una numerosa población judía – pasó a ser integrada al territorio dominado en ese momento por la zarina Catalina de Rusia. Y esta historia continuó…