UN BACARI SUELTO EN LAS ONDAS – Los judíos etíopes (que hoy día suponen el 2% de la población israelí) son unos de los ejemplos más sorprendentes de la capacidad de absorción y reencuentro de Israel con las comunidades de todo el mundo, incluso ésta que, durante miles de años (y no es una exageración) estuvieron desconectadas del resto del pueblo, hasta el punto de no conocer fiestas como Purím o Janucá. Pero nunca menguó su apego a la tradición y el sueño de llegar a Jerusalén, que para una mayoría de ellos se plasmó en momentos muy delicados (en las décadas de los 70 y principalmente 80) en que las dictaduras militares de su país y otros vecinos estuvieron a punto de acabar con su existencia.