“Kadosh” (1999), de Amos Gitai (Israel)
FILMOTECA, CON DANIELA ROSENFELD –
Guion: Eliette Abecassis y Amos Gitai. Reparto: Yoram Hattab (Meir), Yael Abecassis (Rivka), Meital Barda (Malka), Uri Ran-Klausner (Yossef), Yussuf Abu-Warda (Rav Shimon), Lea Koenig (Elisheva), Sami Hori (Yaakov), Rikva Michaeli (ginecóloga), Samuel Calderón (tío Shmuel). Premios: Semana Internacional de Cine de Valladolid 2004; Sección Oficial Festival Internacional de Cine de Cannes 1999; Mejor película extranjera Premio de Cine Independiente Británico 2000.
Kadosh cierra la trilogía de Amos Gitai dedicada a las grandes ciudades de Israel: Zijrón Devarim (Memorando, 1995), sobre Tel Aviv; Yom Yom (Día a día, 1998), sobre Haifa, y Kadosh (Sagrado, 1999), acerca de Jerusalén. El título de la película, no fue elegido de forma arbitraria: Gitai lo vincula a un espacio concreto, una ciudad que es el centro espiritual por antonomasia y en el que cohabitan diferentes religiones
Meir y Rivka viven en un barrio ultra-ortodoxo de Jerusalen, llevan diez años casados pero no pueden tener hijos. Debido a la tradición y a la presión del rabino de la comunidad, Meir se ve obligado a repudiar a su esposa por no poder darle hijos. Al mismo tiempo, Malka, hermana de Rivka, está enamorada de Yaakov, que decide abandonar la comunidad, y por decisión del mismo rabino, Malka es obligada a desposarse con Yossef, brazo derecho del rabino.
La acción se sitúa en el barrio de Mea Shaerim. “Cuando entras en el barrio descubres otra forma de vida, otra ropa… Además se protegen del turismo con carteles”, declara Amos Gitai. Es también una película sobre el papel de la mujer. El poder religioso es un poder ejercido por los hombres y en la película dos mujeres cuestionan la legitimidad de la forma de actuar de los hombres que obedecen los mandamientos de la religión. Plantea el conflicto entre el individuo y la comunidad. Todo lo que facilita la regeneración de esta comunidad es visto de forma positiva, lo contrario queda descartado. Pero las dos mujeres protagonistas sugieren caminos diferentes: Malka, la ruptura; y Rilka, la reclusión.
La película es, por sobre todo, una gran historia de amor que gira alrededor de las dos hermanas, magistralmente interpretadas por Yael Abecassis y Meital Barda. El amor de la hermana mayor por su marido Meir, el amor de la más joven por su amante Yaacov y el amor entre ellas. Otro factor importante es la profunda obediencia de todos los personajes a las estrictas reglas de su comunidad religiosa, reglas que suponen una observancia absoluta de los dictámenes del rabino. Kadosh muestra la lucha de estas dos mujeres entre la sumisión y la rebelión a los rígidos preceptos religiosos.
La mirada de Gitai sobre este ambiente de reclusión, donde el amor y la repulsión, el asco y el deseo, la sumisión y la rebelión, se entrecruzan constantemente no es indiferente, pero tampoco crítica. Podría haber sido sarcástico, juzgando el sufrimiento al que se ven expuestas las dos hermanas a consecuencia de las normas impuestas por el rabino, el marido y en definitiva, por el hombre, porque los hombres son la voz indiscutible e incontestable del Todopoderoso. Y aunque Gitai nos muestra, sin ningún tipo de complacencia, la crueldad de esta dominación masculina de la mujer, tiene mucho cuidado en evitar los clichés y un discurso unidimensional. Incluso en su retrato del carácter severo de Rabí Shimón (interpretado por un actor árabe, Yussuf Abu Warda), se esfuerza por comprender el mundo interior del hombre a cargo de la comunidad religiosa. El rabino que Amos Gitai nos muestra no es un monstruo frío, sino un hombre sujeto a unas rígidas enseñanzas religiosas para las que una familia judía sin hijos es una abominación. Sólo una gran cantidad de niños puede garantizar la continuidad de la comunidad ortodoxa cuya victoria sobre el mundo secular es mucho más importante que el deseo de una vida feliz de un individuo particular.
“En Kadosh era imprescindible no caer en la trampa de convertir a los personajes en caricaturas. Decidí no juzgar a la comunidad religiosa, pero sí exponer una mirada crítica sobre sus vidas para situar los sentimientos amorosos y pasionales de las hermanas en su contexto familiar y comunitario. La mayoría de las religiones imponen sus restricciones, pero el tema del amor y su destino, a veces trágico, trasciende el entorno. Es universal”. Gitai destaca el hecho de que estas angustias familiares reflejan las contradicciones que aquejan a la sociedad israelí… Para convencer a un obstinado Meir para que repudie a su amada y supuestamente estéril esposa, el Rabino Shimon le dice: “La única forma de vencer en la batalla contra los pecadores, es obedeciendo las leyes de la procreación”. Gitai deja ver el carácter demográfico de la lucha de poder entre las fuerzas religiosas y seculares en Israel. Para Amos Gitai el judaísmo supervisado por el “establishment” rabínico se fusiona con un proyecto nacional religioso y político en el que la expansión territorial de Israel se apoya y justifica en los textos bíblicos. “En la diáspora”, dice Gitai, “el judaísmo se ha descentralizado. Existen muchas interpretaciones posibles del mismo texto, del mismo hecho. Actualmente en Israel, existe un único discurso, una especie de Estado religioso con ambiciones territoriales”.
Amos Gitai (Amos Weinraub), es uno de los mas reconocidos y aclamados directores israelíes. Nació en 1950, dos años después del establecimiento del estado de Israel. Hijo del arquitecto Munio Weinraub, el único arquitecto israelí que estudió en la Bauhaus y trabajó con Mies Van de Rohe, emigró a Israel en 1934. Y de la antigua militante sionista Efratia Margalit. Sus padres hebraizaron su apellido alemán, cambiándolo por Gitai. Después del servicio militar obligatorio, siguió los pasos de su padre y estudió arquitectura, primero en el Instituto Technion en Haifa, y luego en la Universidad de Berkeley en los Estados Unidos. Los estudios de Gitai fueron interrumpidos por la Guerra de Yom Kippur en 1973, un acontecimiento que marcó su vida y su trabajo. Un helicóptero en el que realizaba una misión de rescate fue derribado, murió gente muy cercana a él, y el incidente casi acabó con su vida. Después de esto, Gitai gradualmente comenzó a rodar con una cámara Super8 que su madre le había regalado para su cumpleaños.
Desde entonces, instalado en Israel, en Estados Unidos y Francia, Gitai ha producido un trabajo extraordinario, amplio y profundamente personal. En sus películas, ha explorado la historia de Oriente Medio y su propia historia personal. Temas como la patria y el exilio, la religión, el control social y la utopía son algunos de los que más le han interesado. Estilísticamente, sus películas contienen planos largos, pocos movimientos de cámara, y un inteligente sentido del humor. A finales de los años 70 y principios de los años 80, dirigió numerosos documentales, algunos de ellos para la televisión israelí. Muchos, incluyendo “Bait” (“La casa”, 1980) y “Yoman Sadé” (Diario de campaña, 1982), fueron censurados. Durante la misma década, Gitai recibió su doctorado en arquitectura por la Universidad de Berkeley, dirigió varios documentales en y sobre los Estados Unidos, como “En busca de la identidad” y “Mitologías americanas”. Después de la polémica recepción de “Diario de campaña”, en 1983 se mudó a París, Francia, donde permaneció casi toda la década siguiente. Durante este período continuó dirigiendo documentales y películas de ficción. A mediados de los años 90, después de la elección de Yitzhak Rabín como primer ministro, Gitai volvió a su ciudad natal de Haifa. Inició la trilogía “Ciudades ficticias” y simultáneamente realizó numerosos documentales. Las instalaciones y películas de Amos Gitai se han proyectado y expuesto en los mas importantes museos y festivales del mundo.