EL CELULOIDE ELEGIDO – La canción de los nombres olvidados , dirigida por François Girard, nos habla de amor fraternal, -nos cuenta su responsable de prensa Anabel Mateo- de recuerdo y homenaje a las víctimas de la Shoá, de pérdida de fe, de búsqueda interior…“es una película importante” mimada por sus intérpretes -todo el elenco está espectacular- que cuenta además con la magistral partitura de Howard Shore. Rodada también en Treblinka, se aproxima a la tragedia del Holocausto -con “el máximo respeto, sin buscar la sobre-emoción”, apunta Mateo- valiéndose de la música y de una canción -inspirada en el Maalé Rajamin, – que determina el futuro de Dovidl (Clive Owen), ese niño prodigio del violín al que su padre dejó al cuidado de la familia de Martin (Tim Roth) en vísperas de la invasión nazi de Polonia.
La canción de los nombres olvidados. En pleno estallido de la segunda Guerra Mundial, el pequeño Dovidl acaba de llegar a Londres como refugiado judío desde su Polonia natal. Con tan solo 9 años, es un prodigio del violín, lo que propicia su acogida en una destacada familia británica, que le integra como un hijo más y promociona sus estudios musicales. Dovidl se convierte en el mejor amigo de su nuevo “hermano” Martin y en la gran promesa familiar.
Años después, Dovidl está a punto de ofrecer su primer y esperado concierto, pero horas antes desaparece sin dejar rastro provocando la vergüenza y la ruina de la familia y dejando a Martin sumido en la tristeza y la incertidumbre.
Convertido en profesor y experto musical, Martin (Tim Roth), ya adulto, descubre por casualidad a un joven violinista que le muestra una filigrana estilística que sólo Dovidl podría haberle enseñado, despertando en él sentimientos que permanecían olvidados. Martin comienza en ese momento una búsqueda que le llevará a recorrer medio mundo y a adentrarse en su propio interior para dar respuesta a las preguntas silenciadas durante tantos años.