HABLEMOS DE LA BIBLIA, CON IRIT GREEN – Su posición estratégica ayudó al desarrollo de Ashkelon como urbe. Este puerto natural yace en una bahía tranquila a medio camino de la ruta caravanera que unía Babilonia con Egipto. Por mar, recibía a las naves cargadas con mercancías y, por tierra, a las caravanas procedentes de oriente que acababan su largo recorrido en ésta y otras tantas ciudades-estado de la franja costera levantina. En su época de mayor esplendor llegó a alcanzar las 51 ha. y a albergar a 15.000 individuos en el interior de sus potentes murallas. Ellas son el único vestigio que ha llegado hasta nuestros días de aquella milenaria ciudad portuaria, tras haber sufrido numerosos cambios de trazado, demoliciones y reconstrucciones debido al paso del tiempo y de constantes asedios.
Restos de la muralla de Ashkelon
La primera referencia a esta ciudad la encontramos en la estela de Merneptah (iskeluni) dónde se les pone en relación ya con la palabra habiru, posiblemente los hebreos. Debió de gozar de un gran status durante el reinado del faraón Amenhetep IV dado que han sido hallados unos documentos conocidos como las “Cartas de Amarna” dónde se menciona a rey conocido como Yidya, gobernante de la ciudad de Ašqaluna.
Pero es del periodo filisteo del que conocemos más detalles gracias a la destrucción acaecida tras la toma de la ciudad por parte del ejército de Nabucodonosor en el año 604 a.C.. Este rey babilonio ordenó incendiar la ciudad hasta sus cimientos por la fuerte oposición que le había ofrecido.