La hora de los mizrajíes: ¿justicia u oportunismo?
UN BACARI SUELTO EN LAS ONDAS – En los últimos años, la sociedad israelí, con la actual Ministra de Cultura, Miri Regev, a la cabeza, está reivindicando y reforzando la identidad de los mizrajím, es decir, los judíos cuyos antepasados (no olvidemos que el 80% de la población actual ya es nativa) provenían de países árabes, una categoría que a veces se usa como sinónimo de sefardí, aunque no todos están vinculados a la Península Ibérica, aunque sí al ritual sefardí en sus sinagogas. Esta población es mayoritaria entre la población judía del país, pero en los primeros compases del sionismo político y la construcción del estado su papel fue menos determinante, empezando a ganar un protagonismo creciente desde la irrupción de la derecha en el gobierno israelí en 1977 con la llegada de Begin a la jefatura de gobierno. No obstante, éste era ashkenazí (de origen europeo) al igual que Netanyahu y hasta ahora nunca un mizarají ha sido electo Primer Ministro. Esto puede cambiar pronto, especialmente si surte efecto la campaña a marchas forzadas que desde el estado propicia el cambio de paradigma, especialmente en la educación y la cultura.