SHÉKET: JUDÍOS EN EL CINE MUDO, CON MIGUEL PÉREZ –
Como ‘La costilla de Adán’, protagonista del anterior capítulo de esta filmoteca, ‘La huella del pasado’ es otra de las películas que mejor permiten al cinéfilo adentrarse en el complejo universo de Cecil B. DeMille. Merece la pena revisar a fondo la filmografía de este artesano durante la época del cine mudo, ya que la amplitud de géneros, la factura técnica y la apabullante solidez de sus argumentos creó un antes y un después en la historia temprana de Hollywood. Hubo hace un siglo muchos grandes realizadores, es cierto, pero fueron pocos los que lograron tanta robustez narrativa. Y eso que la industria reconoció tarde y mal la historia de este director nacido en 1881 en Massachusetts, hijo de los dramaturgos Henry Churchill DeMille y Matilda Beatrice Samuel, hija de un hombre de negocios crecido en el seno de una familia judía en Alemania que se trasladó a Reino Unido y, más tarde, a Estados Unidos a finales del siglo XIX. Beatrice desempeñó un papel fundamental en el amor de sus tres hijos por el cine. Viuda a temprana edad, Henry Churchill falleció de fiebres tifoideas, fundó una escuela para señoritas en su casa y se volcó en el teatro, tanto como escritora como responsable de una agencia teatral, para sacar adelante a su familia.
De hecho, Cecil B. DeMille debutó en el teatro a los 19 años junto con su hermano. Ambos en Nueva York. De los años que pasó relacionado con las tablas, obtuvo una capacidad visual portentosa para armar las escenas en sus películas y obtener fluidos desarrollos de su narrativa. Ayudado siempre por excelentes cámaras e iluminadores, DeMille es experto en llenar espacios y buscar perspectivas. Es difícil encontrar en sus filmes secuencias donde queden ángulos muertos a los que no llegue la acción ni el ojo del espectador. Y eso adquiere un mérito especial tratándose de un director que no solo jugó en espacios cerrados, sino que, muy por el contrario, ha pasado a la historia del celuloide como el artífice de las superproducciones y los escenarios majestuosos.
‘La huella del pasado’ pertenece a su faceta no monumentalista. Tampoco está ligada a la fama que le dieron ‘Los Diez Mandamientos’, ‘Cleopatra’, ‘Las Cruzadas’ o ‘Sansón y Dalida’ por las grandes películas vinculadas al cine bíblico e histórico. En realidad, ‘The Road to Yesterday’, como se titula el original, es una joya de su etapa en el cine mudo, muchas de cuyas obras terminaron perdiéndose, eliminando una parte esencial de su biografía profesional. Así que resulta de agradecer que todavía queden unos cuantos filmes en circulación, supervivientes como es el caso de éste, gracias a las copias existentes en colecciones privadas. DeMille rodó ‘La huella del pasado’ en 1925 y es la primera obra que hizo financiada por su propia productora, lo cual supuso la posibilidad de trabajar con una total libertad, muy de agradecer en un director detallista que controlaba desde la primera palabra del guión hasta el último fotograma de la película.
El largometraje parte de la noche de bodas de una joven pareja. Él sufre un terrible dolor en un brazo. Ella, en el corazón. Ninguno sabe el motivo. La noche empieza mal. Ella ha sentido una percepción extraña durante la ceremonia y está aterrada ante la presencia de su marido. Tampoco saben la razón. Sólo que se trata de un ‘dejavú’ que guarda relación con su pasado. Un pasado que de repente se hace real en forma de flashback. Ambos vivieron una vida anterior durante el siglo XVI en Inglaterra. Ella fue una gitana condenada a morir quemada en la hoguera y él, un caballero tirano y aficionado a la tortura que traiciona su amor. Es decir, un tipo de todo menos amable. El final de la película, como cabe esperar, es un retorno a la realidad cuya moraleja es el intento de los humanos por redimir sus culpas pasadas. Como en muchos de su filmes, especialmente ‘Cleopatra’ o la versión de ‘Carmen’ de Merimee (otra de sus joyas a descubrir de este autor), DeMille juega con una soterrada sensualidad, pero siempre ofreciendo un contrapunto moral y normalmente conservador. Sin embargo, donde clava la propuesta es en la asombrosa condensación de ideas de su argumento, donde juega con el pánico, la aprensión hacia lo desconocido, los miedos sin explicación tangible y la teoría de que lo hecho en el pasado puede jugar un papel fundamental en el presente. No resulta extraño que en la construcción del guión participaran cuatro autores al mismo tiempo, entre ellos, la guionista de cabecera de DeMille, Jeannie MacPherson, y un prolífico y talentoso escritor llamado… Howard Hawks.
Con este filme, el actor William Boyd obtuvo su primer papel importante. Solo le hizo falta una segunda película, también de DeMille, ‘The Volga Boatmen’ (1926) para encumbrarse como miembro del ‘star system’ de la época, posición en la que ya se encontraba el protagonista, Joseph Schildkraut, actor austriaco y primer no estadounidense que recibió un Oscar. La réplica en ‘La huella del pasado’ corresponde a Vera Reynolds, una actriz indispensable del cine mudo que, por entonces, ya era famosa, gracias en parte a haber trabajado en muchos de los primeros filmes de DeMille, y Jetta Goudal, expresionista intérprete francesa ,considerada como una de las primeras ‘femme fatals’ del incipiente Hollywood junto con Gloria Swanson. Solo faltaban nueve años para que el director dirigiera a Claudette Colbert en ‘Cleopatra’.
Ficha técnica:
Título: “La huella del pasado” (The Road to Yesterday)
Director: Cecil B. DeMille
Guión: Beulah Marie Dix, Howard Hawks, Jeanie MacPherson, Evelyn Greenleaf Sutherland
Reparto: Joseph Schildkraut, Jetta Goudal, William Boyd, Vera Reynolds, Trixie Friganza, Casson Ferguson, Julia Faye, Clarence Burton, Charles West y Josephine Norman
Fotografía: J. Peverell Marley (B&W)
Productora: DeMille Pictures Corporation
Año: 1925
Duración: 107 min.
País: Estados Unidos .
Género: Drama.