La judeofobia islámica, por Bryan Acuña
CON-TEXTO – En una conferencia dictada por el analista israelí Gabriel Ben Tasgal organizada en Costa Rica y en la que tuve el honor de poder participar, se explicaban los diferentes tipos de judeofobia que en la actualidad se practican. Llama poderosamente la atención el tema de la discriminación judía por parte de las comunidades islámicas y el trasfondo que hay en todo ese odio, que se exacerbó con la ayuda del fascismo en Europa.
La judeofobia tiene patente europea
Se debe comenzar explicando que este es un fenómeno muy europeo: se gesta en el antiguo continente, comenzando con acusaciones de asesinato contra la divinidad, y luego aparecen las acusaciones de libelos de sangre que se transformarían en excusas perfectas para atacar a las poblaciones judías. Ejemplos de lo anterior: acusar a los judíos de envenenar pozos de agua, de secuestrar niños cristianos para asesinatos rituales, de causar la peste europea (fiebre bubónica), etc. Las acusaciones confinaron a los judíos en guetos durante largo tiempo, lo que les estigmatizó por ser “el otro no europeo”. Con el paso del tiempo en algunos lugares de Europa, principalmente Alemania, los judíos se comenzaron a asimilar y a formar parte de la sociedad germánica desde todos los aspectos de la vida regular del pueblo.
Cuando las crisis aquejaron al país y se dio el empoderamiento político del nazismo, resurgieron los estigmas contra el judío al cual se le transformó una vez más en el “chivo expiatorio” de los males europeos. Se recurrió nuevamente a los discursos incendiarios al estilo de Lutero pero con un agravante: ahora no se llamaba a los judíos a renunciar a su religión sino que el judaísmo lo llevaban en el ADN y por esto serían tratados como un grupo social inferior al resto. De esto se encargaría el discurso de diseminarlo a través de la propaganda. El éxito de la judeofobia europea se debió a la idea de un plan judío por adueñarse del mundo, idea que aparece plasmada en el infame libro “Los Protocolos de los Sabios de Sión” (un vulgar plagio del libro “Diálogos en los infiernos entre Maquiavelo y Montesquieu”), el mismo libro que sirvió de inspiración para crear otras “obras literarias” bajo la misma temática, dentro de la cual destacan “El Judío Internacional” de Henry Ford y la obra autobiográfica de Hitler “Mi Lucha”.
La herencia judeofóbica en el mundo islámico
Los párrafos anteriores tienen como objetivo demostrar lo que se dijo al comienzo: la judeofobia (antisemitismo) es algo propio de los europeos, pero también demostrar que es un sentimiento “exportable”. Durante la Segunda Guerra Mundial, los nazis hicieron buena asociación con los árabes, principalmente musulmanes y sus planteamientos fueron absorbidos por estos. La propaganda islámica actual contra los judíos cuenta con los mismos estereotipos discursivos que los nazis utilizaban. Por ejemplo dibujar a los israelíes con los rasgos que los antisemitas en Alemania lo hacían con todos los judíos: nariz aguileña, ojos grandes y perversos, jorobados, etc., solamente que ahora el discurso del judío eterno se cambia por el antisemita de querer adueñarse del mundo. Se dibuja también a los judíos con características de animales carroñeros o salvajes (serpientes, perros, cerdos, etc.) o con figuras abiertamente con aires “diabólicos”.
En ambos casos de las imágenes mostradas arriba, dan las mismas facciones físicas para el judío con intenciones de ejecutar actos de maldad. La sociedad islámica; principalmente la de ideologías fundamentalistas, absorbió de buena forma los conocimientos provenientes de la judeofobia europea, principalmente alemana. Se atiza el fuego del odio de los musulmanes radicales con el conflicto árabe – israelí y los reveses militares que han sufrido los árabes desde el año 1948. Se enciende la ira islámica con los enfrentamientos entre israelíes y palestinos, y las divisiones internas musulmanas hacen a algunos pensar que todo es parte de un plan de conquista judío sobre el mundo.
El retorno del fascismo
La radicalización de las posiciones islámicas dentro de la política (donde la separación Estado – Religión es casi nula) asimiló ideas muy cercanas a los movimientos fascistas de mediados del siglo anterior. El islam político, ideológicamente no es otra cosa que “islamofascismo”, donde todo lo que esté fuera de los parámetros de su interpretación político – religiosa es erróneo y perseguido. A las minorías religiosas en ese marco, dependiendo del liderazgo islamista de turno, les toca callar, convertirse o desaparecer. El modo por el cual se refieren a otros pensamientos ajenos al islam también demuestra ese mimetismo con el fascismo europeo.
Ejemplo de lo mencionado arriba se puede encontrar en el Corán Sura (Al Maidah) 5:59 – 60: “…Di: “¡Gente de la Escritura! (cristianos y judíos) ¿Es que no tenéis más motivo para censurarnos que el que creamos en Alá y en la Revelación hecha a nosotros y a los que nos precedieron y que la mayoría seáis unos perversos?”. Di: “No sé si informaros de algo peor aún que eso respecto a una retribución junto a Alá. Los que Alá ha maldecido, los que han incurrido en Su ira, los que Él ha convertido en monos y cerdos, los que han servido a los taguts (rebeldes contra Alá o perversos), ésos son los que se encuentran en la situación peor y los más extraviados del camino recto”. Esta Sura, Al Maidah (La Mesa Servida), es de las escritas en Medina, en cuyos textos se hacen una referencia a una relación menos cordial con los “no musulmanes”, a diferencia del discurso conciliador de los textos de Meca. La costumbre de llamar monos y cerdos a los cristianos y judíos es utilizado constantemente por clérigos islámicos en países del Medio Oriente, y cuando se trata de Israel y los judíos con insistencia en algunos sermones de viernes en las principales mezquitas de Gaza y Cisjordania.
En cuanto a la literatura, los libros con contenido judeofóbico ya han sido traducidos al árabe, farsi y turco, por ejemplo “Los protocolos de los Sabios de Sión” y “Mi Lucha” de Adolf Hitler. Además se hacen documentales para presentarlos como materiales históricos reales de un plan por parte de los judíos para hacerse con el control del mundo mediante el cual, finalmente y según su opinión, los judíos lograron hacerse con territorio considerado como “islámico”. A lo anterior, se suman otros comportamientos antisemitas, como acusar a los israelíes de cometer libelos de sangre. Por ejemplo, decir que los israelíes matan palestinos para robar sus órganos. Y esto se ha escuchado aún por parte de los “árabes moderados” que negocian o tienen contacto con Israel, como la Autoridad Nacional Palestina.
Algunos como Hamas incorporan dentro de su carta fundacional textos tomados de libros antisemitas como los mencionados arriba. Un par de ejemplos de esto: “…Los judíos controlan los medios de comunicación y usan su riqueza para agitar revoluciones. Ellos estuvieron detrás de las revoluciones francesa y bolchevique…”. “…No hay una sola guerra en cualquier parte que no tenga la huella de la mano judía en ella…”. “…Israel existirá y continuará existiendo hasta que el Islam lo destruya, tal como ha borrado a otros antes…”. El uso de este tipo de discurso y propaganda tienen un origen claro y una intención todavía más específica que ahora, por supuesto, se adapta a las ideas del Islam radical, lo que en cierto modo es como retroceder en el tiempo a la Europa previa a la Segunda Guerra Mundial. La última misiva, que dicho sea de paso aparece en el Preámbulo de la Carta Fundacional, es similar al discurso de Hitler donde amenaza al “Judío Internacional” por llevar supuestamente a las sociedades a la guerra y que esto les llevaría a su propio exterminio.
Otro aspecto que imitan los fascistas islámicos en su judeofobia como antes los europeos, es la negación, revisionismo o minimización de la Shoá. Tienen “estudiosos y expertos” contemporáneos que debaten acerca de la veracidad del suceso, otros sobre el número real de muertos judíos y algunos (como el actual presidente de la Autoridad Palestina, Abu Mazen) realizan estudios que vincularían el movimiento sionista con el nazismo con el fin de establecer su Estado en territorio musulmán. Finalmente esta clonación ideológica busca desprestigiar a Israel, pero no como un tema meramente político, sino que abiertamente los señalamientos van enfocados contra el judaísmo. Estos grupos no pierden el tiempo en señalar su odio visceral contra el pueblo judío, y al achacarles libelos, teorías conspirativas y negar cualquier situación previa de intento de destrucción contra estos, encaminan su proyecto dialéctico a justificar cualquier intención posterior de querer repetir lo que otros grupos intentaron contra los judíos en otras oportunidades.