La judería de Huesca


SEFARAD PASO A PASO – Anun Barriuso y José Manuel Laureiro, estudiosos de la cultura judía y unos de los colaboradores más antiguos de Radio Sefarad, investigan desde hace años los vestigios y orígenes judíos de Sefarad refiriéndose en este caso a Huesca, capital de la provincia del mismo nombre, que junto a Zaragoza y Teruel, forman la Comunidad Autónoma Aragonesa. La ciudad tiene un origen íbero, (la antigua Bolskan), lo que certifica la antigüedad de la ciudad.
En cuanto al tema que nos ocupa, diremos que la “judaría” o barrio judío de Huesca estaba situado al oeste de la ciudad, en lo que hoy es conocido como Barrio Nuevo. En la actualidad no queda mucho de aquella pujante aljama, pero nos vamos a permitir reconstruirla aunque sea en nuestra imaginación.
En primer lugar diremos que era un barrio completamente cerrado y cuyos límites serían la puerta Ramián y la desaparecida iglesia de San Ciprián. Tenía varias puertas de las que se han conservado los nombres, Puerta Mayor, Puerta de San Ciprián o también llamada de las Fuentes, la de Salceras y la del Romano. Podemos señalar que la calle principal de la judería era la de San Jorge, que en los documentos judíos aparece como la Mayor; otras calles de este barrio eran la de Amalbel, Mezquita, Doña Marquesa de Fraga, Salcedas y de los Alabarderos.
En cuanto a noticias de judíos en Huesca, ya hay constancia durante la época musulmana. La referencia de la época cristiana se inaugura curiosamente con un documento que data de 1096. Esa es la fecha de la conquista de la ciudad por Pedro I y el rey hace una concesión al obispo de la diócesis de la villa de Séptimo. En dicho documento, se enajena la propiedad a un judío llamado Savasorda a favor del obispo. La razón es: “que un judío no podía ser dueño de una villa que tenía una iglesia…”.
Sobre el número de judíos oscenses no existe unanimidad entre los diferentes autores; tomaremos como tantas veces a Baer. Este autor nos indica que la aljama estaba compuesta, a mediados del siglo XIV, por una población de entre 1.000 y 1.500 personas. En los últimos cien años antes del Decreto de Expulsión, la judería de Huesca sufre un descenso demográfico atribuible a varias causas:
La persecución de 1391 que destruyó la mayoría de las aljamas aragonesas.
Las conversiones que se producen durante y como resultado de la Disputa de Tortosa de 1415.
Aunque curiosamente a mitad del siglo XV se produce una recuperación, que al haber desaparecido ya parte del barrio, hace que parezca mayor pues se produce un aumento de la densidad de población. Ésto es debido a la protección que presta a los judíos la casa real aragonesa. Así, en el Fuero de Teruel, se dice expresamente que “los judíos son siervos y propiedad de rey”.
En cuanto a sus ocupaciones, podemos decir que la mayoría de los judíos de Huesca tenían su base económica en la agricultura. Hay una declaración de 1381 del rey Pedro IV que lo atestigua, diciendo que la riqueza de la judería dependía en su mayor parte, del cultivo de la vid y de los campos. También existen documentos que indican la presencia de judíos en otros oficios, como médicos, cirujanos, especieros, albarderos, pelliceros, sederos, plateros, tintoreros, sastres, zapateros, traperos, mercaderes y prestamistas. Hay otros comercios documentados, la panadería y la carnicería, que reciben el nombre de “degüella”.
En lo concerniente a la ganadería, el Concejo de Huesca autorizaba a la judería a tener cien cabezas de ganado menudo, (cabras y ovejas), con derecho a pastos comunales, previo pago de un canon de dos sueldos por cabeza y año. Baer cuenta que existirían en la judería oscense tres clases sociales bien definidas, para ello se basa en el estudio de la Taccaná aprobada por la aljama de Huesca en 1340, por la cual se regulaba la satisfacción de impuestos a que estaban obligados los varones a partir de los quince años.
Según este estudio, la clase alta estaría formada por unos ochenta judíos varones que pagarían unos veinte sueldos anuales, la clase media lo estaría por otros ochenta varones que pagarían diez sueldos, y la clase media baja estaría compuesta por un grupo de unos noventa que pagarían unos cinco sueldos. La clase baja la formarían otros cincuenta que por tener una renta más baja de cincuenta sueldos, estarían exentos de impuestos. Por último nos encontraríamos con el estamento más bajo, el de los sirvientes y los pobres de solemnidad. Es de resaltar que los estudiantes de las escuelas rabínicas estaban exentos del pago de cualquier impuesto.
En Huesca hasta la Expulsión, está documentada la existencia de tres sinagogas, que recibieron los poco originales nombres de Sinagoga Mayor, Sinagoga Mediana y Sinagoga Pequeña. De ellas sabemos por el acta de la aljama de 1393, que se reunieron en la Sinagoga Mayor y donde se dice que “todas las otras sanogas estaban çarradas”. La sinagoga Mayor estaba situada cerca del actual Coso, frente a la muralla de piedra de la ciudad y que después de la expulsión, pasó a ser propiedad de la familia Sangüesa. La sinagoga mediana, debía estar en el centro del barrio judío, como nos atestigua una declaración de herencia de la conversa Yolant Sanvicient, formulada en 1456 en la que se cita una casa de la judería lindante con “judería mediana”. En cuanto a la sinagoga pequeña, se encontraba en el extremo occidental del barrio, cerca de la mencionada iglesia de San Ciprián. Por unos documentos fechados en 1482 y 1483 en los que nos refieren unas reformas realizadas en el edificio, podemos saber cómo era: “sus dimensiones eran reducidas, de planta rectangular, precedida de un atrio, en cuya segunda planta se hallaba la Galería de las Mujeres. Tenía dos puertas, una a poniente y otra al norte”. Como anécdota, podemos citar que una obra de albañilería la realizó, según nos dice el documento, “Mahoma Malferig, moro de Zaragoza”. Otro de los documentos anteriormente citados, nos describe con todo lujo de detalles, cómo se contrata la construcción de unos bancos seguidos con respaldo y guardapolvos adosados a los muros y que la obra la realizó “el fustero oscense, cristiano, Jayme de Abella”. Enfrente de este lugar se encuentra el hotel Pedro I donde se sitúa la posible ubicación de una mikvé.
Por último, nos gustaría referirnos a la Cofradía de los Cavafuessas, cuya Taccaná fue aprobada en 1323. Estos cofrades estaban organizados en siete tandas o grupos que se alternaban en el trabajo, a fin de que siempre hubiera una tanda dispuesta. Su principal función era “cavar las fuessas de muertos judíos que se fincaran en la ciudad d´Osca”. Al frente de cada grupo había un “mandadero” cuya función era citar a los cofrades de turno y señalar la hora para cavar la fosa. Ésto se realizaba normalmente de día, aunque por acuerdo de la mayoría se podía realizar de noche. Por ello recibían una remuneración que ha quedado reflejada en la referida taccaná. Dentro de cada grupo, se nombraba a dos personas que se ocupaban del baño funerario y otra que se ocupaba en pregonar el fallecimiento. También los cofrades estaban obligados a asistir a las “hondras” que se celebraban en Shabat en la sinagoga. Esta Cofradía de los Cavafuessas estaba abierta a hombres y mujeres.
Gracias a la documentación que se conserva en los diferentes archivos hemos podido reconstruir lo que en su momento fue una rica y pujante comunidad judía que, como tantas otras, se desarrolló en Sefarad.

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