EL TRAZO ERRANTE – “Sabía mirar, sabía contar” así era el fotógrafo judeohúngaro Nicolás Muller, según lo retrata el comisario de su exposición La luz domesticada-“retrospectiva, con sus imágenes más icónicas”- José María Díaz-Maroto, conservador de la Colección Pública de Fotografía de Alcobendas en Madrid.
El título La luz domesticada está tomado de un texto de Ortega y Gasset sobre Muller, el amigo y fotógrafo de intelectuales como Azorín, Baroja y Cela, pero también el español por adopción que recorrió la intrahistoria de la España rural y la plasmó en su “fotografía cercana”.
La luz domesticada hace un recorrido histórico de la trayectoria de Muller con imágenes tomadas en los países que el artista judío recorrió huyendo de los nazis: Hungría, Francia, Portugal, Marruecos y España. Fotógrafo comprometido, miembro de una deslumbrante generación de fotógrafos húngaros formada por Robert Capa, Cornell Capa o André Kertész, Muller enlaza con la mejor fotografía documental de entreguerras con un carácter mucho más humanista, centrado en la fuerza de lo cotidiano.
Su obra está marcada por un profundo respeto hacia el ser humano en todas sus manifestaciones vitales. Muller se estableció definitivamente en nuestro país en 1947 y retrató la España de la posguerra y el desarrollismo de los años sesenta. Su obra supuso una ventana abierta a la modernidad, en una España donde se vivía un panorama fotográfico plano marcado por la ausencia y el silencio de grandes maestros.
La luz domesticada forma parte de la programación de PHotoEspaña 2019. Se puede visitar en el Bulevar Salvador Allende de Alcobendas (Madrid) hasta el próximo noviembre.