MILÍM: LA HISTORIA DE LAS DIÁSPORAS, CON ALICIA BENMERGUI – Moses Mendelssohn nació en el seno de una familia humilde de la ciudad de Dessau, se transformó en uno de los filósofos más leídos de su época y murió como el máximo héroe de la Ilustración. Este pensador logró consagrarse en el escenario de la filosofía secular alemana sin abandonar jamás su compromiso con el judaísmo. A través de su intervención, el judaísmo (que siempre fue la suma de algunas diversidades unidas por la religión) va a fragmentarse a su vez en una suma de identidades. La Haskalá (la Ilustración dentro del ámbito judaico propuesto por Moses Mendelssohn) tuvo repercusiones que fueron mucho más allá del ámbito religioso. Estuvo íntimamente relacionada con el concepto de la educación de los niños judíos, especialmente de aquellos más pobres que por razones económicas podían quedar excluidos de las ventajas que una educación secular podía brindarles. Ésta era la concepción que los maskilím (los que apoyaban la Haskalá) tenían acerca de la situación de los judíos europeos y de una instrucción que les daría nuevas oportunidades sin tener que abandonar su condición judía.
La Escuela Libre de Berlín representaba una de las mayores aspiraciones y logros de la Haskalá. Esta escuela fue fundada en 1778 con el nombre alemán de Freischule y Jinúj Ne’arím (educación para jóvenes, en hebreo). Allí se impartía una educación para los chicos de las familias judías pobres que no podían pagar profesores particulares. El currículum incluía alemán, francés, algunos estudios bíblicos, aritmética, geografía, historia y arte, asegurando una educación secular dentro de la comunidad judía. Su orientación también incluía la práctica comercial para los estudiantes. La escuela comenzó con 70 estudiantes, tuvo un gran éxito y desarrolló tal reputación, que muy pronto comenzaron a asistir también niños cristianos. Escuelas de este estilo fueron creadas en Dessau y en Frankfort, además de otros lugares. En todas ellas el Talmud fue casi completamente abandonado y se impartieron clases de historia judía y hebreo, así como temas generales. Los educadores comenzaron a escribir los libros de textos para los nuevos planes de estudios. Los maskilím trataban de desplazar al Talmud de la posición central que tenía en la educación judía. Aspiraban a que los estudios judíos pusieran el énfasis en el conocimiento secular, en las lenguas modernas (especialmente el alemán) y en el entrenamiento para las prácticas laborales para que de esa manera los judíos pudieran integrarse a las sociedades donde vivían y de las que habían sido excluidos por casi dos milenios. Pretendían que el estudio de la historia judía y del hebreo antiguo crearan un sentido judío nacional. Querían educar a los niños judíos en el sentido común, liberarlos de la influencia del temor y las supersticiones inculcándoles tolerancia y razonabilidad.
Los objetivos de los maskilím se vieron afectados por un edicto del gobierno absolutista de la corona austríaca, el emperador José II, emitido para los judíos de Bohemia, Moravia, Hungría y Galizia en 1780, por el cual se obligaba a los hijos de los judíos a asistir a escuelas “normales” o a escuelas del Estado. Se autorizaba la concurrencia a las escuelas secundarias y a las universidades, el matrimonio fue prohibido para quienes no tuvieran un certificado de asistencia a la escuela y nadie podía estudiar el Talmud antes de completar el currículum escolar establecido por el Estado. Quien infringía esta norma podía ir a prisión. Como resultado de este decreto, se crearon muchas nuevas escuelas modernas judías. En 1820, Francisco I de Austria exigió a los rabinos que estudiaran ciencias y usaran el lenguaje del país para sus oraciones y comentarios. Por ese motivo se abrió en Padua, en 1829 un Seminario Rabínico. La Haskalá también representó un gran cambio para la educación de las chicas judías. Las hijas de las familias ricas generalmente estudiaban con maestros privados. En 1790, los maskilím crearon escuelas paras chicas pobres en Breslau, Dessau, Koenigsberg y Hamburgo. Se les enseñaba hebreo, alemán, los fundamentos de la religión y la ética, rezos y aritmética. En algunas escuelas también se enseñaba a escribir en ídish, tareas manuales, artes y música.
La modernidad en Ashkenaz (11ª parte): Mendelssohn, la Haskalá y la educación
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