Image Image Image Image Image Image Image Image Image Image

‎2 Heshvan 5785 | ‎02/11/2024

Scroll to top

Top

La modernidad en Ashkenaz (12ª parte): la Haskalá fuera de Alemania

La modernidad en Ashkenaz (12ª parte): la Haskalá fuera de Alemania

MILÍM: LA HISTORIA DE LAS DIÁSPORAS, CON ALICIA BENMERGUI – La Haskalá también influyó en otros lugares además de Alemania. En 1813, en Tarnopol (Galizia) se abrió una escuela que enseñaba aritmética, historia, geografía, gramática y hebreo; se daban clases de Biblia, Mishná, Guemará, gramática hebrea, polaco y francés. Las clases se impartían en alemán y también había clases mixtas, para ambos sexos: toda una novedad.

En 1819, se abrieron tres escuelas masculinas en Varsovia donde las clases eran en polaco. También se abrieron dos escuelas para niñas. En 1845, se abrió una escuela similar a la de Tarnopol en Lvov. En 1820 y en 1830 se abrieron escuelas en Rusia según el modelo de las escuelas de Alemania. Esta educación necesitaba maestros instruidos para poder enseñar en estas nuevas escuelas. Estos primeros maestros. estudiaron en el seminario que se abrió en Kassel en 1810, y luego en otros que se abrieron en Ámsterdam, Budapest y otras ciudades.

En Vilna y Zhitomir (Rusia) se crearon seminarios rabínicos estatales mantenidos con impuestos que recaían sobre las masas judías. El judío ilustrado era educado allí en ruso, por lo que sus lazos con la lengua hebrea y la tradición judía se debilitaron. No había escuelas secundarias judías y aquellos que deseaban continuar sus estudios debían asistir a instituciones no judías.

La Haskalá marcó el fin del uso del ídish, la resurrección del hebreo y la adopción de lenguas europeas. A fines del siglo XVII, los judíos adinerados en Alemania educaban a sus hijos con el estudio del alemán y francés para facilitarles los contactos sociales en el mundo de los negocios con los no judíos. Para 1790 el francés llegó a ser el lenguaje de los judíos de la élite mientras el alemán fue el lenguaje hablado por la clase media. Algunos escritores alemanes se habían quejado de que los judíos engañaban a los gentiles usando el ídish en transacciones de negocios lo que determinó una actitud negativa hacia ese idioma. Mendelssohn pensaba que el ídish era “ridículo, carente de gramática y causa de corrupción moral”. Algunos reformadores pidieron el abandono del ídish por parte de las escuelas judías y otros que los judíos se abstuvieran de utilizar el ídish o el hebreo en la contabilidad y en los contratos comerciales. En Holanda los judíos abandonaron el ídish por el holandés.

En 1806 se comenzó a publicar un semanario judío en holandés. En 1808, una sociedad judía en Ámsterdam tradujo la Biblia y un libro de rezos al holandés e imprimió libros en hebreo y holandés. En 1809, el rey Luis Bonaparte de Holanda (hermano de Napoleón) publicó un decreto prohibiendo el uso del ídish en los documentos. Los sermones religiosos debían ser pronunciados en holandés, y también el holandés debía ser el lenguaje en que debían ser educados los jóvenes. En Francia, el francés había sido hablado aun antes de la Haskalá. En Hungría los maskilím sustituyeron el ídish por el húngaro en las escuelas judías y en los sermones de las sinagogas. Esta historia continuó…