MILÍM: HISTORIA DE LAS DIÁSPORAS, CON ALICIA BENMERGUI – Estamos llegando a una encrucijada de la historia donde ese territorio conformado por el Reino de la Gran Polonia y el Gran Ducado de Lituania se fragmentará y la suerte de la población judía se verá sometida al destino que proyecten para ellos sus nuevas autoridades. Pero a lo que asistiremos también es la creciente fragmentación que se dará al interior de la misma comunidad. La Haskalá, las guerras napoleónicas, la Emancipación y el Congreso de Viena contribuirán a los grandes cambios que tendrán lugar en ese mundo judío, en el que, paradojicamente, la Haskalá contribuirá al desarrollo de una cultura idish como hasta ese entonces nunca había tenido lugar.
La vida de los judíos que habitaban en la Confederación del Reino de Polonia y Gran Ducado de Lituania Polonia transcurría en las ciudades o en los pueblos y aldeas. En este último caso, gran parte correspondía a los latifundios de la nobleza polaca. Para la corona y la nobleza polaca era importante mantener la seguridad y la prosperidad de los judíos de sus territorios, ya que los judíos los beneficiaban mucho económicamente, prácticamente sin costos. Las permanentes tensiones existentes entre la nobleza, la corona, la iglesia y la burguesía de las ciudades jugaban su rol en la existencia de estas comunidades judías. Su dependencia de la corona les aseguraba a los reyes ingresos que no podían obtener de la población urbana que se hallaban libres del control real. Por otra parte, los nobles podían fundar ciudades comerciales privadas; de hecho lo hacían con importantes poblaciones judías, evitando la posibilidad de que tuvieran que vender sus mercancías en las grandes ciudades que se hallaban bajo la jurisdicción de la corona y que representaban una gran exacción por todos los impuestos y restricción que les imponían a los diferentes productos que comerciaban.
La teología tradicional del catolicismo de la iglesia polaca imponía la discriminación y la inferioridad de la población judía. Intentaba excluirlos físicamente e imponerles todo tipo de restricciones. Pero al igual que en Europa Occidental, algunas instituciones de la iglesia formaban parte de los terratenientes más grandes de la confederación polaco-lituana. Los judíos y las comunidades judías eran particularmente valiosos por las grandes tasas de impuestos que pagaban a la iglesia; por lo tanto, ésta estaba muy interesada en que la comunidad judía fuera lo suficientemente próspera para responder económicamente a sus exigencias. Además, también en Polonia, había un número relativamente grande de religiones “disidentes” (muchas iglesias protestantes y ortodoxas) por lo que tal vez proporcionalmente los judíos no eran vistos como una amenaza real.
Los judíos no vivían en guetos ni en barrios segregados, sino que habitaban en proximidad. En el siglo XVIII, a medida que crecía la población y disminuían las oportunidades de arrendamiento y comerciales debido a las cambiantes condiciones políticas y económicas, el número de artesanos judíos aumentó significativamente y los judíos se expandieron a ocupaciones tales como la carpintería, metalistería, vela, jabón, potasa y fabricación de pólvora. Los artesanos judíos podrían estar asociados de alguna manera con los gremios cristianos o establecer un gremio totalmente judío y eran temidos por los otros artesanos por su capacidad para elaborar buena mercancía, vender con menos ganancia y otras ventajas cuando se unían para comprar los elementos que necesitaban en grandes cantidades a menor precio.
Los judíos nunca perdieron la conciencia de su alteridad, pero mantuvieron una evaluación positiva de sí mismos y de su forma de vida. Eso era posible por los sentimientos de solidaridad mutua y la convicción de la superioridad de su propia identidad y el rechazo al poder de la cultura hegemónica. Esta mentalidad, combinada con su propio idioma, el idish, su cultura material, el calendario judío; instituciones comunales, leyes judías polacas y rituales religiosos judíos y restricciones alimenticias contribuyó a marcar los límites del espacio judío polaco. Dentro del mismo, los judíos polacos crearon una cultura multifacética. Y como veremos esta historia continuó…
La modernidad en Ashkenaz (y 13ª parte): la Confederación del Reino de Polonia y el Gran Ducado de Lituania
Alicia Benmergui, Ashkenaz, Edad Moderna, haskalá, historia, Milím