“La sal de la tierra” de Józef Wittlin
POLIN: JUDÍOS POLACOS, CON ELZBIETA BORTKIEWICZ – Nueva traducción y mismo magnetismo. “La sal de la tierra” de Józef Wittlin vuelve a editarse de la mano de Minúscula y, en la presentación, -en la que participó Elisabeth- Liz- Wittlin, la hija del escritor que vive entre nosotros- estuvo presente Elzbieta Bortkiewicz quien nos cuenta los pormenores del acto (en la maravillosa velada intervinieron la embajadora de Polonia, Marzenna Adamczyk, Juan Manuel Bonet ,experto en Wittlin, y Liz Wittlin, luchadora incansable por la obra de su padre) y nos habla de este libro “una de las mejores obras pacifistas del siglo XX” y de su autor, el magistral Wittlin.
En el centro de la imagen, Liz Wittlin, hija de Józef Wittlin
La sal de la tierra. Ed. Minúscula. A principios del siglo xx, los habitantes de los Cárpatos llevan una vida sencilla. Hasta que estalla la Primera Guerra Mundial. Piotr Niewiadomski, mozo de cuerda analfabeto, católico y dócil súbdito imperial, cuya máxima aspiración es conseguir una novia con dote y ser empleado del ferrocarril, es reclutado para luchar en un conflicto que apenas entiende. Su desconcierto, y no la contienda propiamente dicha, es el eje en torno al cual gira La sal de la tierra, la obra maestra de Józef Wittlin, que se lee, gracias a su sugerente tono irónico, como un singular alegato contra la guerra y un hermoso homenaje a la grandeza de la gente humilde.
Józef Wittlin nació en 1896 en Dmytrów, Galitzia, en los confines del imperio austrohúngaro, y murió en 1976 en Nueva York, ciudad en la que residía. Novelista, poeta y ensayista, es uno de los máximos representantes de las letras polacas. Cuando era pequeño, su familia, de origen judío y lengua polaca, se trasladó a Lvov, entonces Lemberg. Más tarde estudió en la Universidad de Viena, ciudad en la que frecuentó la tertulia de Karl Kraus y los cafés literarios y conoció a Rainer Maria Rilke y Joseph Roth, a quienes tradujo al polaco; la amistad con Roth se mantendría a lo largo del tiempo. Wittlin pasó algunos años en Italia y, entre 1964 y 1975, viajó a España en varias ocasiones para visitar a su única hija, establecida en Madrid. Aquí se relacionó con numerosos poetas (Vicente Aleixandre, Carlos Bousoño, Claudio Rodríguez, Francisco Brines, etc.), de los que tradujo algunas obras al polaco.