Las canciones judías de Weinberg
MÚSICA CLÁSICA – Mieczyslaw Weinberg (1919-1996) se crió con música judía y está omnipresente en su obra. Creció en Varsovia, donde su padre era violinista, compositor y director de un teatro judío. Estudió piano en el conservatorio de dicha ciudad. Al estallar la Segunda Guerra Mundial, cuando los nazis invadieron Polonia en 1939, huyó a la Unión Soviética. En la frontera, su nombre fue cambiado a Moisei Vainberg (Moisei para indicar que era judío). La familia de Weinberg en Varsovia pereció en la guerra. En la URSS, Weinberg continuó sus estudios en el conservatorio de Minsk, pero cuando las tropas alemanas sitiaron esa ciudad en 1941, fue evacuado a Tashkent en Uzbekistán. Allí se hizo amigo del famoso actor ídish Solomon Mikhoels, que también fue evacuado, y se casó con su hija Natalia. En 1943, ambos partieron hacia Moscú para reunirse con Shostakovich, quien lo había invitado tras recibir su Primera Sinfonía, siendo ese el comienzo de una larga e inspiradora amistad. Weinberg escribió su primer ciclo de canciones judías, Op. 13, en Tashkent en 1943. El ciclo contiene cinco canciones con textos del poeta polaco Yitskhok Leyb Peretz. Las cinco canciones están precedidas por una introducción y terminan con una coda sin palabras. En las primeras cuatro, Weinberg describe de manera lúdica el mundo ingenuo de los niños, pero en la última canción, la trágica Carta del huérfano, la alegría se convierte en dolor. En 1944 y ya en Moscú, Weinberg compuso su segundo ciclo de Canciones judías, Op. 17, con letra de Samuel Halkin (Galkin). Las seis canciones de este ciclo tratan sobre la Segunda Guerra Mundial. En cada una de ellas habla un personaje diferente. Las oiremos en la interpretación de la soprano Sovali (Sofie Van Lier) y el pianista Paul Prenen.