FUERA DE FOCO, CON BRYAN ACUÑA – Se terminó la operación militar del ejército israelí en Yenín, y se logró incautar una enorme cantidad de explosivos y material bélico en las zonas intervenidas. Se debieron desplegar fuerzas terrestres en conjunto con apoyo aéreo tanto de drones como de helicópteros para escanear la zona, incluso se utilizaron bulldozers para limpiar las calles y evitar el uso de artefactos explosivos improvisados con los cuales se atacaban los vehículos militares israelíes. Quizás se pueda hablar de una victoria israelí por cuanto logró reducir la operacionalidad de las fuerzas de las brigadas de Yenin, se lograron incautar armamento y además rastrillar las zonas para mapear lo que ocurre internamente. También se evitaron enfrentamientos urbanos con enormes cantidades de civiles y también evitar que la destrucción de infraestructura fuera mayor.
Aun así, los líderes del batallón, más otros miembros, han salido a las calles de Yenón una vez que los soldados israelíes salieron de la zona, señalando una “victoria” por la retirada israelí, pese a que sufrieron bajas importantes, golpearon sus fuentes de armamento, etc. Por ello, esto podría ser calificado de victoria pírrica para el radicalismo islámico palestino y para quienes les apoyan porque incluso Ismail Qaani de las fuerzas Quds felicitó la resistencia palestina y señaló su apoyo a esta. La venta de esta idea de victoria ayuda a nuevos reclutas, principalmente jóvenes para ser parte de las “luchas armadas”. Es una victoria moral más que real, muy de las guerras modernas donde las narrativas superan los hechos, sin embargo, es tan victoria como la que proclamaba Gamal Abdel Nasser en 1967 que anunciaba que iban ganando la guerra contra los israelíes mientras perdían el Sinaí, es por lo tanto una guerra de fantasía.
El debate sobre los logros en los objetivos de Israel se plantean sobre si solamente se trata de asestar golpes eventuales al terrorismo palestino o si se deba proponer el fortalecimiento simultáneo del liderazgo de la Autoridad Nacional Palestina controlada por Fatah que cada vez tiene menos imagen positiva, si Israel no quiere que Yenín, Tulkarem, Nablus, Jerusalem Oriental, Belén y otras ciudades o poblados palestinos se conviertan en sucursales de Hamas y la Yihad Islámica, reforzando a Fatah para que siga gobernando, sumado a un compromiso de cooperación para el desarrollo económico y social de las poblaciones palestinas, tratando de influir en una evolución social que se anteponga al caos. En caso contrario se seguirá solo administrando la crisis hasta la siguiente escalada, lo que ha sido una constante en los últimos años.