“Lirios rotos”, de David W. Griffith (1919)
SHÉKET: JUDÍOS EN EL CINE MUDO, CON MIGUEL PÉREZ –
Una de las películas más singulares distribuidas por la United Artists fue precisamente con la que comenzó su andadura: ‘Broken Blossoms’, conocida en España como ‘Lirios rotos’, y que se estrenó en 1919 en medio de una notable expectación. La produjo en solitario uno de los cuatro fundadores de esta valiente compañía a quienes la industria consideraba «un grupo de locos»: David W. Griffith. Sus otros socios, Mary Pickford, Charles Chaplin y Douglas Fairbanks, se limitaron a la logística del filme una vez manufacturado, que fue acogido en las salas con una mezcla de entusiasmo –todas sus obras despertaban este sentimiento tratándose del ‘padre’ del cine moderno– y cierta sorpresa, al apartarse radicalmente de los postulados de otros títulos de su cosecha, como ‘Intolerancia’. El siempre caballeroso Fairbanks, productor, guionista y director de ascendencia judía, expresó su impacto emocional por esta película, que destila un dramatismo de tal calibre que acuñó la leyenda de que muchos espectadores solo serían capaces de verla una única vez.
El largometraje supone, en efecto, un descenso a los infiernos del maltrato. En 1919. Es necesario situarse en la época para calcular la trascendencia de la obra. La violencia no había alcanzado el nivel explícito que cobraría décadas más tarde. Griffith juega con lo que entonces poseían los grandes artesanos del celuloide: el poder de la metáfora y del gesto. La película narra las aventuras en Londres de Cheng Huan, un hombre que abandona China para difundir las enseñanzas de Buda. Allí se enamora de Lucy, una joven aterrorizada por las palizas y el carácter brutal de su padre, un boxeador aficionado a la bebida, violento y frustrado que se mueve en el mundo del lumpen. La interacción de los tres personajes provoca un drama de proporciones colosales que, por otra parte, tuvo dos efectos en el plano real: sirvió a su director para recuperarse del relativo fracaso de la compleja ‘Intolerancia’ y a la United Artists como declaración de intenciones de su cine poco complaciente e intelectualmente progresista.
Sin dos nombres, ‘Lirios rotos’ no hubiera tenido el impacto que registró en las audiencias. Uno de ellos es el de Lillian Gish, actriz que ya había trabajado anteriormente con Griffith y que en su época estuvo considerada como la segunda mejor intérprete femenina después de Mary Pickford. Su despliegue gestual y sus movimientos ante la cámara muestran con total crudeza, pero sin exageraciones, a una joven que vive aterrorizada e intimidada. Al director no le hacían falta otros recursos más que el de enfocar su rostro de grandes ojos en un plano medio para revelar todo su sufrimiento interno. Es conocida la anécdota de la escena en la que la actriz se encierra en un armario para huir de su padre: su interpretación en un espacio tan agónico alcanza tal dramatismo que dejó sin aliento a todo el equipo de rodaje, empezando por Griffith, mientras sus gritos consiguieron que una masa de personas intentara entrar en el estudio en defensa de la joven.
El segundo nombre es el de Johann Gottlob Wilhem Bitzer, Billy Bitzer, jefe de fotografía que durante dieciséis años formó una excpecional pareja profesional junto con Griffith. Éste ponía a su disposición un campo abonado a su arte y la experimentación, ya que el director rodaba nada menos que nueve películas al mes. Bitzer, por su parte, aportaba un más que notable nivel técnico que se ajustaba perfectamente a las necesidades narrativas de Griffith. De hecho, parte de la ‘técnica Griffith’ se aprovechaba de algunos de los trucos y procedimientos que Bitzer había desarrollado en el pasado y que el autor de ‘Intolerancia’ conjugaba con los de otros realizadores y fotógrafos.
Bitzer jugó un papel fundamental en el desarrollo del cine. Iluminador nato, fue el primero capaz de rodar en interiores sin que nadie se percatara de tal circunstancia. Hay que tener en cuenta que los medios en aquellos tiempos eran sumamente rudimentarios y era relativamente habitual que los rodajes en interiores dieran determinados problemas de iluminación. Con Bitzer el estudio podía montar un ciudad completa dentro de una nave y él se encargaba de iluminarla y fotografiarla como si se tratara de un exterior. Así fueron rodados, por ejemplo, algunos de los momentos en los que Cheng Huan abandona China o las secuencias que transcurren en la zona portuaria de Londres.
El fotógrafo, nacido en Estados Unidos y descendiente de emigrantes europeos, concibió trucos que hoy parecen sencillos: le bastaba colocar un foco bajo el alféizar de una ventana simulada en un decorado para dar la impresión de que entraba la luz natural. O dejaba a oscuras los bordes de una escena para centrar la atención en una determinada acción. De los combates de boxeo que integran ‘Lirios rotos’ surgieron algunas de las fórmulas del cine negro americano de décadas posteriores, Se dice que Bitzer poseía además distintos estilos de iluminación perfectamente tasados para cada tipo de película y de escena y suyo fue el invento de abrir el foco o cerrarlo hasta dejar la pantalla en negro para marcar el comienzo y el final de una escena (cuántos ‘cartoons’ se beneficiaron en los años 60 de esta idea).
Bitzer contribuyó al paso de la fotografía estática de los inicios del cine mudo a los movimientos de cámara y la alternancia de planos que hicieron famoso a Griffith. No obstante, lo que fue una de las relaciones más fructíferas en la vanguardia del cine terminó mal. Después de ‘Lirios rotos’, Griffith y Bitzer se distanciaron de manera irreversible. Para entonces, el primero había comenzado a trabajar con fotógrafos más jóvenes en busca de innovación en el discurso cinematográfico, lo que despertaba el hartazgo del segundo, cansado de enseñar a novatos que luego terminaban a su par. La llegada de Hendrik Sartov, el mago de los efectos visuales, marcó la salida definitiva de Bitzer. No obstante, éste ya figuraba con luz propia en el desarrollo de la cinematografía.
Ficha técnica:
Título: ‘Lirios rotos’
Director: D. W. Griffith
Reparto: Lillian Gish, Richard Barthelmess, Donald Crisp, Arthur Howard, Edward Peil Sr., George Beranger y Norman Selby.
Producción: D. W. Griffith.
Guión: D. W. Griffith, basado en una novela de Thomas Burkel.
Fotografía: Billy Bitzer
Duración: 90 minutos
País: Estados Unidos
Año: 1919
Género: Drama