“Llenar el vacío (Lemale et ha’halal)” (2012), de Rama Burshtein (Israel)

FILMOTECA, CON DANIELA ROSENFELD –

Guion: Rama Burshtein. Reparto: Hadas Yaron, Yiftach Klein, Irit Sheleg, Chayim Sharir, Razia Israeli, Hila Feldman, Renana Raz, Yael Tal, Michael David Weigl, Ido Samuel, Neta Moran, Melech Thal. Premios: Academia de cine Israelí: Mejor película, Mejor director, Mejor actriz, Mejor actriz de reparto, Mejor guión, Mejor fotografía. Festival de Venecia: Mejor actriz ( Hadas Yaron), Mención de honor (Rama Burshtein)

Shira, de 18 años, está a punto de casarse con un prometedor joven de su misma edad. Es un sueño hecho realidad y Shira está emocionada con los preparativos.
Esther, su hermana de 28 años, muere al dar a luz a su primer hijo. El dolor y la pena que abruma a la familia hace que la boda se posponga. Todo cambia cuando le proponen a Yochay, el marido de Esther, que conozca a una viuda de Bélgica. Aunque es pronto, él sabe que antes o después deberá casarse y darle una madre a su hijo. Cuando la abuela se entera que puede perder a su única nieta, le propone a Yochay casarse con Shira. Entonces Shira tendrá que elegir entre el deseo de su corazón y el deber a su familia.
Al pertenecer la realizadora a la rama jasidica del judaísmo, la película nos introduce en el seno de esta comunidad ortodoxa de Tel Aviv y nos permite verla desde dentro, siendo ésta la primera vez que se obtiene una visión tan realista y certera. La directora, consciente de la intriga que suscita esta vertiente del judaísmo y sus costumbres, presenta a sus protagonistas de forma cercana, con problemas, inquietudes y sentimientos iguales a los de cualquier ser humano, pero destacando su decisión de mantenerse firme en sus creencias. Sorprende la frescura con la que se tratan los sentimientos de los adolescentes.
La representación de la lucha entre la tradición y los sentimientos se manifiesta en la manera de dirigir de Burshtein. Los encuadres, el ritmo, el manejo de la cámara es totalmente clásico, mientras que la iluminación y la fotografía que dirige nuestra mirada constantemente, es mucho más expresiva y actual.
Otro aspecto positivo es la ambigüedad con que la directora aborda el tema. Burshtein es tan sutil, tan poco obvia, que en varias escenas no sabremos exactamente cuáles son los sentimientos de la joven Shira. Este estado de desconcierto es equiparable al que sufre la protagonista, quien tiene dificultades para identificar cuáles son sus emociones.
Burshtein no ha conseguido esto de manera accidental, ya que en varias ocasiones (sobre todo al final) nos oculta el rostro de la joven cuando parecía que sus gestos, por fin, podían darnos una respuesta. Una vez es un pañuelo que cubre su cara, otra vez el corte que dará por finalizada la escena, quien nos impida seguir buscando respuestas.
Y es que Llenar el vacío tiene la deferencia de dejar al espectador sacar sus propias conclusiones. ¿Deberá hacer caso a su fe y su familia o deberá escuchar sus sentimientos?

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