MILÍM: LA HISTORIA DE LAS DIÁSPORAS, CON ALICIA BENMERGUI – Uno de los testimonios más antiguos de la presencia judía en la Roma Imperial se halla en lo que fue el antiguo puerto romano de Ostia. Según las investigaciones arqueológicas que estudiaron minuciosamente estos restos, la sinagoga había sido construida allí por una de las comunidades judías residentes en Ostia, a mediados del siglo I. La sinagoga permaneció activa hasta el siglo VI, época en que comienza la decadencia de la ciudad, la urbe que llegó a tener 50.000 habitantes. Fue construida fuera de las murallas que rodeaban a Ostia, y fue reconstruida en varias oportunidades, lo que habla de los cambios que tuvieron lugar dentro de la comunidad que asistió a sus servicios. Los investigadores han determinado que la primera construcción tenía escasos símbolos religiosos judaicos. Cuando el edificio fue renovado no fue a causa del aumento de la población judía de la ciudad sino todo lo contrario, se unieron con las comunidades que permanecieron allí.
En esta renovación a que fue sometido el edificio, los símbolos judíos están muy presentes y visibles. Se considera que es el momento de la declinación y decadencia de los viejos cultos grecorromanos y el avance del cristianismo como una creencia creciente y cada vez más dominantes lo que determinó que los judíos prestaran mucha mayor atención a la conservación de su identidad, dando mayor visibilidad a los símbolos tradicionales judíos, reforzando su carácter de centro comunitario.
Las investigaciones han demostrado que la construcción de la primera sinagoga fue hecha bastante después de que allí se estableciera una importante y sólida comunidad que decidió su edificación. La falta ostensible de iconografía judaica en su exterior evidenciaba una buena y mayor interrelación entre los judíos y los no judíos en el período cuando fue renovado el edificio. Los cambios no sólo demuestran un cambio en los criterios arquitectónicos y estéticos de la comunidad, también los cambios ocurridos dentro de la sociedad romana y de la condición de los judíos, con una intención de manifestar su pertenencia y diferenciación religiosa.
La puerta principal de la sinagoga miraba hacia Jerusalén. Su arquitrabe tiene representaciones de los íconos tradicionales de la época: una menorá, un lulav, un etrog y un shofar. Lo que han determinado los arqueólogos es que la sinagoga, desde su construcción y con el paso de los siglos, fue ganando cada vez mayor importancia como eje y centro de la vida judía, en reemplazo del Templo destruido en Jerusalén. La existencia del Arón Hakódesh (el sitio donde se guarda la Torá) es una demostración de la santidad con que se había investido al edificio.
También el nuevo estilo que habían adoptado los judíos de Ostia con respecto a la renovación de su construcción es una evidencia de la conexión existente entre esta sinagoga y las sinagogas de Israel y la diáspora. Para los investigadores, los cambios que se introdujeron evidencian la influencia que iba ganando cada vez más el judaísmo rabínico dentro del judaísmo diaspórico. El edificio de la sinagoga es monumental, semejante a los de los otros cultos, lo que determina para algunos de los especialistas en el tema que los judíos no eran marginales en esa sociedad grecolatina en la que residían; evidenciando la riqueza y poder de la comunidad, y una gran autoconfianza, ya que proyecta una imagen bastante diferente a la que existe habitualmente sobre el antiguo judaísmo residente en la diáspora, en este caso en la capital del Imperio Romano. Y esta historia continuó…
Los judíos de Italia (2ª parte): la sinagoga de Ostia
Alicia Benmergui, historia, judíos italianos, Ostia, Sinagoga