Los judíos de Oriente (12ª parte): los judíos de Marruecos y su historia
MILÍM: LA HISTORIA DE LAS DIÁSPORAS, CON ALICIA BENMERGUI – Entre los años 581 y 693 muchos judíos dejaron la Península Ibérica a consecuencia de las persecuciones de los reyes visigodos, quienes no sólo los perseguían con medidas cada vez más crueles, sino que comenzaron a forzarlos a aceptar el bautismo. Al parecer, miles de estos judíos ibéricos se instalaron en África para el 693. Se dice que muchos de éstos, unidos a los moros, llegaron a las puertas de Toledo en 711, cuando los musulmanes conquistaron la Península Ibérica. La conquista árabe de Marruecos y su islamización no produjo la eliminación de los judíos ni de los berberiscos judaizados. Cuando Idris II (791–828) decidió establecer su capital en Fez, autorizó a los judíos de todos los orígenes a establecerse allí, lo que determinó que se extendieran por toda la región. Más tarde los almorávides prohibieron a los judíos que vivieran en su ciudad capital, Marrakesh.
Durante el reinado de Idris y sus sucesores tuvo lugar el período más brillante de los judíos de Marruecos desde el punto de vista espiritual e intelectual. El gran número de judíos que se fueron a la Península no drenaron la potencia y la actividad intelectual de los judíos de Marruecos. A pesar de la partida del Rabino Isaac Alfasi de Fez a Córdoba (1088), el judaísmo de la región mantuvo su vigor.
Bajo los almorávides se produjo el retorno de judíos de la Península. Dos de los médicos de los soberanos almorávides, Meir ibn Kamniel y Salomon Abuab Muallim, vinieron uno de Sevilla y el otro de Zaragoza, ambos distinguidos estudiosos de la Torá. Hubo importantes estudiosos en Ceuta, la ciudad nativa de Joseph ibn Aknin, el discípulo de Maimónides. También había un importante centro de estudios en Sijilmassa (la vieja capital del oasis de Tafilatt). Había también estudiosos y eruditos en la región de los Atlas, en Aghmat; uno de ellos fue el talmudista Zechariah ben Judah Aghmati. Los estudios talmúdicos y de la Torá tuvieron tal importancia en Fez (en la imagen) que por esa razón Maimónides y su familia se instalaron allí después de abandonar España por las persecuciones de los almohades.
Ibn Tumart, el iniciador del movimiento almohade, no toleraba la existencia de no musulmanes. Al principio estaban entre las víctimas de los guerreros almohades, quienes llegaron a las montañas en busca de botín. Sin embargo, también en este período muchos judíos hicieron fortuna. En la época de Abd al-Musmin (1128–63), la dominación almohade se impuso (1154). Muchos judíos se habían convertido al Islam bajo la amenaza de la espada. Luego hubo un corto período de mejoramiento de la situación de los judíos en Fez. Aquellos que habían sido afectados por las masacres y conversiones fueron entonces capaces de reanudar una vida relativamente normal. Esta situación cambió con la llegada al poder de Abu Yaqub Yusuf (1165–84). El recrudecimiento del fanatismo una vez más culminó con la conversión forzada de los judíos al Islam. El dayyan of Fez, R. Judah ha-Kohen ibn Shushan, quien se opuso a la conversión, fue quemado vivo. Por esa época la familia de Maimónides dejó Marruecos.
Ante el drama que estaban atravesando los judíos, Maimónides les dirigió una carta donde establecía que, ante la amenaza, los judíos no debían convertirse ni ofrecerse en martirio, una situación muy común en Europa ante el avance de las Cruzadas. Maimónides sostenía que en ese caso los judíos debían marcharse, huir, pero nunca inmolarse o convertirse. La situación se deterioró cada vez más bajo Al-Mansur (1184–99) quien impuso a los judíos, incluyendo a los que se habían convertido, el uso de un distintivo, la Shikla, porque no creía en la sinceridad de su conversión. La presencia de los judíos fue autorizada una vez más por al-Maamun (1227–32), pero su aparición desató el odio de los musulmanes que masacraron a todos los judíos en Marrakesh (1232). Los judíos no retornaron en número considerable hasta la época de las dinastías de los benimerines, que reemplazaron a los almohades (1269). Durante la dominación almohade, muchos judíos de la región se habían marchado hacia el este, hacia los reinos cristianos de España. Gran número de ellos se instalaron en los reinos de Aragón, en Cataluña y Mallorca, donde fueron favorablemente acogidos.
Los benimerines probaron ser particularmente amistosos hacia los judíos. Cuando una muchedumbre fanática los atacó en 1275, el sultán los salvó personalmente. Los soberanos de esta benevolente dinastía recibían embajadores judíos de los reinos cristianos de España y los admitían entre sus cerrados cortesanos. Fueron los principales factores de prosperidad en la región. El comercio del oro en el Sahara fue de importancia vital y los intercambios con los reinos cristianos estaban completamente bajo su control. Tenían relaciones y asociaciones con el reino de Aragón y cuando era necesario sus barcos defendían los puertos de Marruecos. A cambio pagaban la jizya, el obligado impuesto que era costumbre pagar al tesoro por sus importaciones y exportaciones que involucraba el pago de enormes sumas.
En las regiones más alejadas, particularmente en la región de los montes Atlas donde había una gran concentración de judíos de origen lejano, era muy extendida y grande su influencia, tanto política como espiritual. Los médicos judíos gozaban de un bien obtenido renombre. El estudio de la kabalá, tanto como el de la filosofía, estaba muy difundido. El último filósofo marroquí de la Edad Media fue Judah ben Nissim ibn Malka, quien vivía todavía en 1365. Y esta historia continuará…