Los judíos de Oriente (15ª parte): Argelia (y II)

MILÍM: LA HISTORIA DE LAS DIÁSPORAS, CON ALICIA BENMERGUI –Orán, puerto marítimo en el Mediterráneo, es la segunda ciudad más grande de Argelia y un centro mercantil importante, llamado Wahran – también escrito Ouahran en árabe, que se encuentra en Argelia occidental, cerca de la frontera con Marruecos. Fundada en el siglo X por mercaderes andaluces musulmanes, Orán se incorporó al reino de Tlemcen y sirvió como su principal puerto marítimo a partir de 1437. Los gobernantes Beni ZiAn de Tlemcen tuvieron una actitud más favorable y benévola hacia los judíos, muy diferente de la que habían tenido los almohades que los precedieron. Los invitaron a establecerse en su reino posiblemente a comienzos del siglo XIV. La primera vez de que se tiene constancia de la presencia de una comunidad judía en Orán es en 1391, cuando llegaron judíos escapando de las persecuciones antijudías en la península ibérica. La población judía de Orán aumentó hacia fines del siglo XV con la llegada de los expulsados de Castilla en 1492 y de nuevo en 1502.
Después de la expulsión, los judíos llegaron a África en un número de entre cuatro y cinco mil personas. Un viejo cronista contó: “Los que llegaron a Orán eran tan numerosos que los árabes, al verlos, creyeron que estaban siendo invadidos por presencia enemiga y mataron a un cierto número de ellos”. Pero un príncipe musulmán se apiadó y les otorgó tierras para poder instalarse allí. Estos recién llegados que crearon sus comunidades en Argelia tenían una gran vitalidad, capacidad creativa y organizativa. En un principio se crearon allí dos grupos: el de los judíos africanos y el de los españoles, pero de forma diferente a lo sucedido en Túnez donde esas diferencias se mantuvieron hasta nuestros días, en Argelia desaparecieron a mediados de la dominación otomana. Otra de las cuestiones fue que los judíos argelinos de origen sefaradí abandonaron el español o ladino como su lengua de origen sustituyéndola por el árabe, a diferencia de los judíos de Tetuán y Tánger que conservaron el castellano como su lengua materna.
En 1509 Orán fue capturado por los españoles en una campaña militar determinada por el cardenal Jiménez (Jimenes) de Cisneros. Aunque las tropas españolas tenían la intención de expulsar a los judíos de la ciudad, se autorizó a unas pocas familias a vivir en la región. Orán permaneció bajo la dominación española durante la mayor parte de los tres siglos siguientes, mientras que en España y sus colonias había una prohibición total de la presencia judía y criptojudía. Los judíos de Orán vivían en otra zona de la ciudad donde tenían una sinagoga y continuaron con la práctica del judaísmo abiertamente. También mantuvieron relaciones con otras comunidades judías en el norte de África y en todo el Mediterráneo. Estas relaciones, junto con su conocimiento de las lenguas árabe y española, eran ventajas importantes que contribuyeron al éxito comercial de los judíos de Orán. Su aporte a la economía local y como agentes mediadores entre el enclave español y el interior de los musulmanes les aseguró la protección de las autoridades reales contra la Inquisición. Gran parte del poder económico y político de la comunidad judía se concentró en manos de unas pocas familias dominantes, entre ellas, la familia Bensemero (también escrito Benzemero, Bencemerro o Zamirrou) y en especial la familia Cansino, natural de Sevilla, que se encontraba entre los residentes de Orán cuando la ciudad fue capturada, y la familia Sasportas que, al parecer, llegó a Orán desde Barcelona. A pesar de que se relacionaron entre sí a través del matrimonio, las familias Cansino y Sasportas mantuvieron una fuerte rivalidad por generaciones.
Bajo la dominación turca, desde 1519 en adelante, durante los siglos XVI, XVII y XVIII, los judíos que habitaban en los pueblos bajo la regencia de Argel disfrutaron de cierta seguridad, que garantizaba el libre ejercicio de su religión y la libertad de gobernar y administrar su comunidad. Sin embargo eran despreciados, sometidos a maltratos, obligados a pagar fuertes impuestos y, si se quejaban, castigados con el máximo rigor. Además estaban sujetos a actos arbitrarios a manos de pequeños tiranos locales. El pachá de Tuggurt, Mohammed al-Akhal ben Jallab, deseaba convertir a los judíos al Islam por la fuerza, y los beys de Argel en varias ocasiones entregaron las viviendas de los judíos a los saqueos del populacho. Pero fue principalmente en los pueblos ocupados por los españoles donde los judíos padecían las persecuciones inspiradas en el odio fanático de la Inquisición. Los españoles en posesión de Tlemcen en 1563 mataron y esclavizaron a dos mil quinientos judíos que vivían allí, y en 1669 expulsaron a la población judía de Orán proscribiendo la libertad religiosa, construyendo la iglesia dedicada a San Cristo da la Patienza donde antes había una sinagoga. No es de extrañar, entonces, que los judíos argelinos demostraran públicamente su alegría en varias ocasiones cuando los turcos obtuvieron la victorias sobre los españoles. Un dato curioso fue la designación por parte del el emperador Carlos V de un judío de Orán llamado Jacob Cansino (1556) como su representante en la corte del emperador de Marruecos, encargado de proteger los intereses de los españoles en ese país. Los descendientes de este Jacob Cansino (Isaac, Ḥayyim, Aaron, y Jacob, en sucesión directa de padres a hijos) fueron los cónsules de España en Marruecos hasta 1666. Y esta historia continuará…

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