Los judíos de Oriente (2ª parte): la destrucción de Jerusalén y el destierro a Babilonia (Galut Babel)

MILÍM: LA HISTORIA DE LAS DIÁSPORAS, CON ALICIA BENMERGUI – Ahora entraremos en la historia de los judíos que fueron apresados y llevados a Babilonia, en el siglo VI AEC. Muchos de sus descendientes han vivido en la región y en lo que luego fueron países modernos hasta el siglo XX y en caso de Irán hay judíos que continúan estando allí. En la Historia Antigua los grandes reinos e imperios surgen y desaparecen: así sucedió con los asirios, luego de su caída y destrucción vemos surgir un imperio todopoderoso como fue Babilonia. El reino de Judá cuya capital era Jerusalén era ahora tributario del rey de los babilonios, Nabucodonosor. Cuando el rey Joaquim decidió rebelarse contra sus opresores, Nabucodonosor invadió Jerusalén en el año 598 saqueando la ciudad, los tesoros del Templo y del palacio real, y deportando a la clase dirigente de la ciudad, a sus pobladores más conspicuos y a los mejores artesanos.
Un muy importante historiador del judaísmo, Elías Bikerman, sostuvo que la dispersión salvó a los judíos de la eliminación. En esa diáspora a la que habían sido sometidos, su identidad y su religión los mantuvo profundamente unidos. Allí se mantuvieron fieles a su Dios único y a Jerusalén su capital, donde se hallaba el centro de su culto, en el Templo. Con la deportación, el Dios de Israel se convierte en una deidad universal, cuyo principal centro religioso se halla en Jerusalén. Los primeros deportados fueron llevados a la Mesopotamia o a otros distritos convenientes de Babilonia a los que fueron destinados por Nabucodonosor. Les fueron entregadas tierras para cultivar o sitios abandonados a orillas de los ríos para que los reconstruyeran y se instalaran en ellos. Estos lugares a menudo recibieron el nombre de tell (montón de escombros o cerro). La deportación de campesinos humildes respondía al propósito de reconstruir la red de canales necesaria para la agricultura que se desarrolló en ese sitio por milenios. El historiador Mario Liberan sostiene que el profeta Jeremías les dio instrucciones a estos desterrados para que no se entregaran a la depresión y a la anomia, que facilitaría su asimilación y desaparición. Les impulsó a resistir y con ello a recuperarse. “Construid casas y habitadlas, plantad huertos y comed sus frutos. Tomad mujeres y engendrad hijos e hijas. Dad mujeres a vuestros hijos, y maridos a vuestras hijas, y tengan hijos e hijas; multiplicaos allí en vez de disminuir. Procurad la prosperidad de la ciudad adonde os han deportado y rogad por ella a Dios, pues su prosperidad será vuestra prosperidad” (Jeremías 29:5-7).
Con el paso del tiempo los judíos adoptaron el uso del arameo en lugar del hebreo y los nombres de los meses babilónicos Nisan, Iyar, Sivan, Tamuz, etc. en sustitución de los nombres cananeos. Para mantener su identidad utilizaron toda clase de recursos, mantuvieron la memoria, de su genealogía, de su pertenencia a tribus. Continuaron respetando el sábado y manteniendo la circuncisión. Pero no sustituyeron con templos locales al desaparecido templo de Jerusalén. También hubo deportados y comunidades judías viviendo en Egipto. Pero esta historia continuará…

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