“Los ojos de la momia”, de Ernst Lubitsch (1918)

SHÉKET: JUDÍOS EN EL CINE MUDO, CON MIGUEL PÉREZ –

‘Los ojos de la momia’ es una película que durante mucho tiempo ha pasado entre las páginas de la historia del cine mudo sin gran repercusión, pero de enorme interés para los amantes de la dirección cinematográfica ya que se trata del primer largometraje dramático de Ernst Lubitsch, que hasta entonces había trabajado insistentemente en el terreno del corto tanto delante como detrás de la cámara. Era éste el género más habitual en los primeros años de la industria y para él el realizador rodó 25 títulos.

Aquel medio le sirvió también de caldo de cultivo para su personaje de Meyer, un trabajador judío que sufría todo tipo de desventuras de las que al final siempre salía airoso y triunfante. Con ese papel, que él interpretaba y dirigía, forjó su peculiar sentido del gag y sentó algunas de las bases de sus posteriores comedias. Cabe destacar el alma prolífica de Lubitsch: el mismo año que dirigió ‘Los ojos de la momia’ hizo también su famosa versión de ‘Carmen’ de Merimée.

Lejos todavía de esa técnica que le convertiría en un artesano afamado y alabado por compañeros de profesión como Billy Wilder, ‘Die Augen der Mumie Ma’, su título original, es una cinta de aventuras canónica que contiene ya rasgos del perfeccionismo en el modo de operar de su autor. Carecía, en efecto, todavía del denominado ‘toque Lubitsch’ –como bautizó un publicista de Hollywood esa combinación de refinamiento, sensibilidad y fascinante mordacidad que envolvía sus películas–, pero es preciso anotar que ‘Los ojos de la momia’ fue rodada en 1918, y allí todavía el mundo del celuloide era una aventura a desarrollar. Además, su trama entonces era terriblemente impactante pero hoy carece de sorpresa: la eterna maldición de la momia. Vistos Harrison FordTom Cruise batiéndose el cobre con antiguos faraones resucitados en las procelosas arenas del desierto, cualquier otro filme del ramo hay que contemplarlo con placer intelectual y una alta dosis de romanticismo vintage.

Históricamente, ‘Los ojos de la momia’ también posee un valor particular: el cruce de un gran director con una de las actrices fundamentales del cine mudo, Pola Negri. Nacida en 1894 en Janowa, una localidad polaca perteneciente entonces a Rusia, esta antigua bailarina del ballet imperial ruso se convirtió en la ‘femme fatale’ de la industria durante los años de esplendor de las películas silentes. No en vano, rodó memorables películas y disfrutó de pasionales relaciones con astros como Rodolfo Valentino o el propio Charles Chaplin. Su declive llegó con el sonoro.

Negri fue una de las numerosas actrices cuya voz no resultaba adecuada para esta nueva industria y acabo retirada de la gran pantalla hasta que, de mayor, la Disney la rescató en una película menor. Muchas líneas de su biografía pueden encontrarse en ‘El crepúsculo de los dioses’ de Wilder.

Negri se movió entre Alemania y Estados Unidos, donde se afincó definitivamente cuando en tiempos de Hitler comenzaron a surgir las informaciones sobre sus vínculos familiares judíos. Pero su carrera cinematográfica despegó en Berlín. Max Reinhartd la dio a conocer y la situó bajos los focos de la industria. Admiradora de Lubitsch, no dudo en aceptar ser su protagonista en ‘Los ojos de la momia’. Luego, ambos harían media docena de películas más. Como segundo protagonista, el realizador recurrió a un valor seguro, Emil Jannings, con el que ya había trabajado y que pasaba por ser el actor de moda de los estudios oficiales alemanes, la UFA. Entonces, esta compañía era todavía la primera gran major cinematográfica a nivel mundial, nada que ver con la maquina propagandística en la que se convertiría con el ascenso de Hitler al poder.

La filmación en sí resulta hasta cierto punto rudimentaria, aunque esta acepción peca de subjetiva. Cualquiera que haya visto las siguientes obras de Lubitsch es consciente de que ‘Los ojos de la momia’ representa una película de transición, un puente previo a la elegancia intelectual y física de su siguiente filmografía. También es cierto que el guión resulta bastante básico en relación a las comedias posteriores del director, un maestro en el arte del diálogo, cuyo progeso le hizo alcanzar cotas inugualables con títulos como ‘Ser o no ser’ o ‘Ninotchka’. Pero no hay que olvidar que se trata precisamente de entretenimiento, de una película de aventuras en estado puro rodada en 1918 y que, entonces, su argumento era capaz de mantener sujeto a la butaca al espectador más templado.

La historia es sencilla: un afamado artista y pintor europeo, interpretado por Harry Liedtkeder, uno de los actores preferidos de Lubitsch, visita un templo en Egipto donde su guía (Emil Jennings, el hombre de portentosa mirada) le convence de la existencia de una momia que mueve los ojos, pero que está maldita y su maldición afecta a todo el que la mire. El artista descubre el fraude y que, en realidad, tras la aparente momia se encuentra una joven (Pola Negri), a la que el estafador mantiene cautiva. El protagonista la rescata y se la lleva con él, dejando al guía perdido y tirado en las arenas del desierto, de donde le rescata la caravana de un aristócrata. Los destinos de los tres protagonistas coinciden años más tarde en Europa, con la joven convertida en actriz y pareja del fotógrafo, y, como es de prever, surge la venganza.

La versión que aquí se ofrece es la única que se conserva en buenas condiciones doblada al castellano, aunque su duración se encuentra recortada (hay versiones completas en inglés). No obstante, mantiene el desarrollo argumental completo sin que el espectador sufra los rigores de la tijera e indudablemente conserva los elementos que ya por entonces la particularizan como una obra marca de la casa Lubitsch. Aunque se trata de una narración conservadora desde el punto de vista técnico, destacan escenas como el juego de sombras durante la pelea entre Liedtkeder y Jennings en la cámara mortuaria o la sensación de abandono que desprende la secuencia en la que este último queda abandonado a su suerte en mitad del desierto. Por cierto, los arenales son auténticos: toda la primera parte de la película se rodó en Egipto… y en ningún momento el equipo de rodaje se tropezó con Brendan Fraser.

Ficha técnica:
Título: “The Eyes of the Mummy Ma”
Año: 1918
Director: Ernst Lubitsch
Guión: Hanns Kräly y Emil Rameau
Reparto: Pola Negri, Emil Jannings, Max Laurence y Harry Liedtke.
Fotografía: Alfred Hansen.
Duración: 63 minutos.
Producción: Projektions-AG Union (PAGU)-UFA.
País: Alemania
Género: aventuras, drama, histórico.

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