MILÍM: LA HISTORIA DE LAS DIÁSPORAS, CON ALICIA BENMERGUI – En esta muy larga narración de la historia de los judíos de la diáspora, y en este caso de los ashkenazim, los judíos que han constituido la rama más numerosa del pueblo judío que han habitado en Europa Central y Oriental, aún nos hallamos casi en el comienzo. Esto es así porque nos hemos propuesto deliberadamente tratar de profundizar y analizar un pasado cuyo relato más tradicional en general ofrece pocos datos y explicaciones de cuestiones fácticas que permiten comprender mejor la existencia de este judaísmo, cuyo rasgo más sobresaliente es su lengua – el ídish – y las diferencias y similitudes existentes en relación a otras corrientes del judaísmo, y no solo de los sefaradíes.
Es así que con el afán de hallar más material del que conocemos tradicionalmente hemos logrado obtener otros textos mucho más recientes, producidos dentro de los ámbitos académicos judaicos existentes en Israel, en Estados Unidos y en Europa. Son aproximaciones muy interesantes donde el debate que existe nos propone una mirada desde nuevas perspectivas y ángulos que son muy apasionantes para quienes la historia es un instrumento para comprender nuestro presente desde el conocimiento del pasado. Elegimos introducirnos en esta temática, que en algún lugar hemos visto que se ha llamado “revisionista” porque es analizar viejos documentos conocidos y otros no tanto desde otra aproximación teórica y metodológica, esto es, por ejemplo, tomando en cuenta las posiciones de filólogos y lingüistas. Lo que estamos tratando de contarles es que hay historiadores que sostienen que antes que llegaran los judíos de las regiones del Rin, de los que habitaban en territorio germánico, había una población judía importante en el Rus, en lo que han definido como el territorio ocupado por pueblos de origen eslavo.
Un historiador, Alexander Kulik, en un texto que nos habla de la herencia greco-judía en el Rus medieval, sostiene que hay importantes evidencias que demuestran la existencia de asentamientos judíos en Europa Oriental antes de la migración masiva de Ashkenaz, los judíos que llegaron desde el Sacro Imperio Romano Germánico. Y esto se ha podido comprobar, según Kulik, a partir de los territorios del Gran Ducado de Lituania durante los siglos XIII y XIV, es decir, desde el suroeste de los principados del Rus, que desde ese momento se convirtieron en parte integrante del Ducado de Lituania y posteriormente de la Confederación Polaco Lituana, por llamarla de algún modo en castellano. Esta región territorial comprendía algunos de los más antiguos y más importantes centros del Rus, Kievan, existente antes de la invasión de los mongoles y en la que se hallaron testimonios de presencia judía desde el siglo X. Con la conquista mongol en la primera mitad del siglo XIII se pudo comprobar que los judíos que residían en el territorio de la Galicia-Volhynia padecieron menos la invasión tártara debido a su localización. Según Kulik, las fuentes, los documentos en que se ha basado para hacer tales afirmaciones y pese a que las evidencias desde el propio judaísmo lituano son escasas, sostienen que la correspondencia diplomática y comercial entre la región de Khazaria y Bizancio, y los textos halájicos pueden encontrarse en diversas fuentes y tradiciones independientes, así como en diversas culturas.
Para Kulik las fuentes ashkenazies de origen eslavo son más abundantes y están relacionadas con diversos temas, que incluyen la historiografía, secular y religiosa, la hagiografía cristiana y por supuesto diferentes tipos de literatura eclesiástica relacionadas con las polémicas y debates existentes entre cristianos y judíos sobre cuestiones religiosas y también idiomática, el uso del hebreo y las traducciones provenientes del hebreo a lenguas eslava. Pero esta historia continuará.