MILÍM: LA HISTORIA DE LAS DIÁSPORAS, CON ALICIA BENMERGUI – La Europa de los siglos IX, X y XI se hallaba muy fragmentada políticamente. Si bien la Iglesia tenía el dominio espiritual y también el social, el sistema feudal en algunas regiones europeas determinaba que las monarquías se hallaran en una situación de debilidad frente a la nobleza. La iglesia formaba parte del mismo sistema por lo que también, al igual que los nobles, poseía tierras, siervos y cobraba diferentes formas de tributo por parte de quienes vivían o circulaban por sus posesiones, compitiendo en riquezas con el resto de la nobleza. Esa es la razón por la cual la situación de los judíos difería mucho en las regiones en las que habitaban o circulaban. Dependía mucho si gozaban o no de los favores de los señoríos y si podían vivir en ellos o no, o si podían circular por ellos y cuáles eran los impuestos que debían tributar. Es importante señalar que la iglesia determinó las condiciones de vida de la Europa cristianizada hasta que las monarquías se impusieron sobre ella. Por esa razón los judíos no fueron considerados europeos por más que una gran parte de ellos vivieran en el continente antes de que el emperador Constantino en el año 312 adoptara el cristianismo como religión del Imperio Romano. También es necesario agregar que la iglesia conservó para los judíos el estatuto que había sido puesto en vigencia durante el reinado de los visigodos en España. Los judíos eran “serví cámara”, le pertenecían al rey o la autoridad de la región en que habitaran.
En la alta Edad Media la principal función desarrollada por los judíos fue la del comercio, lo que determinó que gran parte de ellos mantuviera relaciones con los príncipes y las autoridades regionales. Esto los colocaba en una situación diferenciada del resto de la población, lo que generaba odios y resentimiento por parte de ella. Las ventajas de las que gozaban para desarrollar mejor sus actividades eran las relaciones que los mercaderes judíos mantenían entre sí, estaban reguladas por el Talmud, y por las interpretaciones que establecían las diferentes autoridades talmúdicas establecidas en Jerusalén y en otras academias rabínicas muy importantes. Las Responsas eran las respuestas que por ejemplo se enviaban desde allí a solicitudes o cuestionamientos enviados desde las comunidades de la Renania o de la de Maguncia, y de muchos otros lugares, con numerosas consultas. Los historiadores medievales relatan que los judíos, a fines del siglo IX, quedaron como únicos mercaderes en China, cuando fueron expulsados o aniquilados los musulmanes en 878 cuando quisieron establecer su poder y su religión. Este comercio conectaba a China con la India y finalmente con Europa. Pese a que los judíos gozaban de protección de algunos nobles y autoridades religiosas, también eran odiados y perseguidos. Las fuentes medievales lo testimonian: ese odio fue especialmente reflejado en los escritos del arzobispo de Lyon, Agobardo, que luego fue canonizado; el odio también aumentó en forma creciente, y se expresó en toda su ferocidad con el paso de los primeros cruzados. Para el año mil, pese a que se detuvieron las grandes invasiones, la violencia era generalizada, era una guerra de todos contra todos, y las víctimas eran los campesinos que mantenían con su trabajo a todo el resto de la población. Para poder hacer la vida un poco más tolerable, la iglesia establecía la “Paz de Dios”. En esa sociedad tan compleja y conflictiva, los judíos europeos, en este caso los ashkenazíes, van a desarrollar su existencia. Y esa historia continuó.
Fuentes Utilizadas:
CHAZAN, Robert. The Jews of Medieval Western Christdom. 1000-1500. Cambridge University.2006
DHONDT, Jan. la alta edad media. Siglo Sí. Madrid 1984
DUBY, Georges. Guerreros y Campesinos. Desarrollo Inicial de la Economía Europea (500-1200) .Siglo Veintiuno Editores.Mexico.1976
HEERS, Jacques. Historia de la Edad Media. Labor Universitaria. Barcelona.1991