“Los rusos también somos víctimas”, con Anna Babenko

LA LUPA, CON PASCAL ROY – Esta es la historia de la familia Babenko: Anna, Alexey y su hijo Kai. Les conocí a principios de abril en el aeropuerto de Chisináu, la capital de Moldavia, mientras esperaban un vuelo fletado por la organización Keren Leyedidut (International Fellowship for Christian and Jews). Estaban entre los refugiados huyendo de la guerra en Ucrania, a la espera de empezar una nueva vida en Israel. Pero me sorprendió ver a un hombre joven, Alexey, el marido: las personas que vi cruzando la frontera entre Moldavia y Ucrania, en Palanca, eran sobre todo mujeres, niños y gente mayor (los hombres entre 18 y 60 años están movilizados en el ejército para luchar contra los rusos y no pueden salir del territorio). La razón es simple: son rusos, y huyen de Rusia. Anna explica que estaban de vacaciones en Bulgaria cuando estalló la guerra. No pudieron, y luego no quisieron volver a Moscú. Se fueron a Moldavia porque es el país donde nació su madre, pero ya no le queda familia ahí. Anna se opone a la guerra y se siente víctima y rehén de la situación. Después de ser recibidos por el ministerio israelí de absorción e inmigración en el aeropuerto de Ben Gurión, les esperaba una nueva vida llena de esperanza en la ciudad de Acre (Akko).

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