Marianne Breslauer. Fotografías 1927-1938 en el MNAC, con su comisaria Mercedes Valdivieso

EL TRAZO ERRANTE – Su fotografía de una colegiala de Girona la acompañó toda la vida, aunque el viaje por el norte de España de esta fotógrafa judeoalemana no la impresionara en exceso. Su autorretrato en bata entreabierta tomando una foto ha sido considerado como uno de los más eróticos del siglo XX. Man Ray -nos sigue contando la comisaria de la exposición que hasta enero el MNAC dedica a Marianne Breslauer, Mercedes Valdivieso– le dijo en París que no tenía nada que enseñarle. Y es que Breslauer combinaba técnica perfecta y mirada poética en estas fotografías (muchas de ellas inéditas en nuestro país) que nunca fueron publicadas en Alemania por el ascenso del nazismo.

Perteneciente a la denominada Nueva fotografía junto a otras artistas judías como Lotte Jacobi, Grete Stern o Ellen Rosenberg Auerbach, Marianne Breslauer tuvo una corta trayectoria como fotógrafa, sólo once años, entre 1927 y 1938. En la muestra que ha comisariado Valdivieso se pueden ver también fotos de la artista de Berlín, Paris, las que realizó durante sus viajes por Italia, la Palestina británica – que le recordó a Las mil y una noches, apunta Mercedes Valdivieso- y las últimas, realizadas en Amsterdam.

“Marianne Breslauer (Berlín, 1909 – Zúrich, 2001) perteneció a una generación de mujeres fotógrafas que supieron aprovechar las libertades que les brindó la República de Weimar. Su obra es un ejemplo notable de la denominada «nueva fotografía» y se encuentra actualmente en importantes colecciones. Por primera vez, tenemos la oportunidad de ver en nuestro país su obra, lo que incluye la mayoría de las fotografías que realizó, en la primavera de 1933, durante un viaje por España (Girona, Barcelona, Sant Cugat, Montserrat, los Pirineos, Pamplona y San Sebastián) y Andorra, en compañía de la escritora suiza Annemarie Schwarzenbach (1908-1942). Casi ninguna de estas instantáneas se pudo publicar en su momento en Alemania a causa del régimen Nacionalsocialista, ya que era judía. Su prometedora carrera se vio truncada por la emigración y el exilio, pero, a pesar de su corta trayectoria (1927-1938), su nombre y sus obras forman ya parte de la historia de la fotografía.

Cuando en una entrevista le preguntaron cómo se podía reconocer una buena toma, Marianne Breslauer respondió inmediatamente y sin dudar: «Se reconoce porque en una exposición no se pasa de largo delante de ella, porque uno se ve atraído por una página en una revista o se olvida de seguir ojeando en un libro. No son decisivos ni la técnica perfecta, ni tampoco que se trate de un tema extraordinario, lo que cuenta es la fuerza de la imagen, la expresión –el secreto del momento capturado.»”

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