“Mi primera boda“ (2011), de Ariel Winograd (Argentina)

FILMOTECA, CON DANIELA ROSENFELD –

Guión: Patricio Vega. Reparto: Natalia Oreiro, Daniel Hendler, Imanol Arias, Martín Piroyansky, María Alche, Sebastián De Caro, José Soriano, Gino Renni, Daniel Rabinovich, Gabriela Acher, Marcos Mundstock, Celeste García Satur, Clemente Cancela, Alan Sabbag.

Ariel Winograd había mostrado con Cara de queso (2006) un notable talento a la hora de delinear personajes y manejar gags efectivos. En Mi primera boda confirma que es un director capaz de convertir una historia simple en una comedia al mejor estilo de los clásicos de Hollywood.
Adrián (Daniel Hendler) no tiene muchas ganas de casarse, pero empujado por Leonora (Natalia Oreiro) organiza una súper fiesta en una finca en medio del campo. Son como el agua y el aceite: profesan religiones diferentes, por lo que deciden realizar una boda original, oficiada por un rabino y un sacerdote católico, para contentar a ambas familias. En un accidente tonto, Adrián en los primeros minutos del filme pierde el anillo de Leonora antes de la boda y no se le ocurre mejor idea que sabotear la fiesta hasta encontrarlo, y así evitar el enfado de la novia.
Hendler aporta su habitual buen hacer y su humor agudo y calmo en el papel del novio; Oreiro en cambio, es un torbellino. Compone una mujer decidida y dominante, que no quiere dejar nada al azar (se ocupa hasta de las propinas de los camareros antes de que empiece el servicio), la actriz uruguaya irradia carisma durante toda la historia y especialmente al final, donde hace gala de su gran oficio. Hay química en la pareja y logran convencernos de que son gente común, que se quiere y que está en problemas.
Mi Primera Boda crece por el ajustado protagonismo de sus secundarios de lujo. Empezando por el sorprendente primo de Adrián, Fede (Martín Piroyanski, uno de los mayores aciertos del film) y siguiendo con la maestría de Imanol Arias, que aporta toda su madurez a un ex novio de Leonora, antagonista intelectual y seductor que pone la sal a las peleas y discusiones durante la fiesta. No se quedan atrás Muriel Santa Ana (como la mejor amiga de la novia) y el dúo dinámico de cura y rabino, Marcos Mundstrock y Daniel Rabinovich, los dos en diálogos desopilantes en los que reflexionan con simpatía sobre las religiones que profesan. Los padres de él (Gabriela Acher y Gino Renni); los abuelos (Pepe Soriano y Chela Cardalda), la madre de ella (Soledad Silveyra)…
El principal logro de Mi primera boda es la carencia de pretensiones. Una historia liviana, personajes muy bien delineados y buenísimos actores que destacan en todo momento. Es una película con una realización muy cuidada estética y argumentalmente. El relato se desarrolla como un mordaz y medido delirio, típico de las comedias americanas, pero sin dejar de lado el toque argentino.
La parte técnica es impecable. La dirección de fotografía de Felix “Chango” Monti, la música de Lucio Godoy, Darío Esquenazi y Adrián Iaies, o el montaje de Francisco Freixá elevan el resultado del producto final. Ariel Winograd ofrece una obra personal que se nutre de lo mejor del género, grandes actores y una serie de elementos plásticos para lograr una gran comedia. Rara vez se califica a una comedia de excelente, pero sin duda ésta se lo merece.
El proyecto nació a partir de una idea del director y de su mujer – y productora de la película – Nathalie Cabiron. “El punto de partida – contó Winograd en la conferencia de prensa que ofreció junto con los actores y productores – fue que en nuestro casamiento salió todo realmente muy mal. Nos sorprendió que no hubiera películas argentinas sobre el casamiento, un tema tan global, que toca a todo el mundo, y nos pareció que era muy interesante para contar en una película”. Con esa idea, convocaron al guionista Patricio Vega – que escribió la película Música en espera, las series Los simuladores y Hermanos y detectives y algunos capítulos de Lo que el tiempo nos dejó, entre otros proyectos para cine y televisión – para que diera forma a la trama.

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