POLIN: JUDÍOS POLACOS, CON ELZBIETA BORTKIEWICZ – Liz Wittlin- la hija del escritor Józef Wittlin, querida amiga de Elzbieta y Radio Sefarad, testigo de una época grandiosa en lo cultural- conserva, entre otros tesoros, la correspondencia que mantuvieron su padre y el gran pianista Mieczyslaw Horszowski, unas cartas testigo de la amistad entre estas dos figuras fundamentales de la cultura judeopolaca. “Sus vidas se desarrollaron en paralelo”, nos cuenta Elzbieta, y “ambos fueron grandes amigos hasta la muerte de Wittlin” que Horszowski, y no es una metáforo, lloró amargamente.
Esas cartas inspiraron a Elzbieta Bortkiewicz para pergeñar este programa con aroma al “mundo de ayer” en el que conocemos mejor al genial Mieczyslaw Horszowski. Su madre le enseñó a tocar el piano desde pequeño y, prodigioso, a los nueve años dio su primer concierto, y a los once ya había tocado en el Carnegie Hall de Nueva York. Horszowski fue un niño prodigio que viajaba deleitando al mundo con su música.
Culto y sabio, en París estudió literatura, filosofía y arte. Allí conoció a Pau Casals, el gran violonchelista español, que se convirtió en su amigo y compañero musical. Juntos hicieron muchas giras y grabaciones, y compartieron su amor por la música. Horszowski se mudó a Milán después de la Primera Guerra Mundial, y luego a Estados Unidos durante la Segunda Guerra Mundial, donde se hizo ciudadano americano. En ese país tocó con las mejores orquestas y directores, como su amigo Arturo Toscanini (profesor de música de Lizz Wittlin, a propósito)
Horszowski , afirman los expertos, fue un pianista de una sensibilidad, una inteligencia y una calidad tonal excepcionales. Su repertorio era muy amplio y variado, tocando con una elegancia y una expresividad que cautivaban al público. También fue un maestro de otros grandes como Perahia o Serkin. No dejó de tocar hasta los noventa y nueve años, cuando dio su último concierto en Londres. Murió al año siguiente, en 1993, siendo uno de los últimos representantes de la tradición pianística del siglo XIX…y el amigo más fiel.