Miriam Cahn. todo es igualmente importante
EL TRAZO ERRANTE – La dimensión tanto biográfica como artística (imposible separar vida y arte) de la artista plástica judeosuiza Miriam Cahn se nos presenta en una exposición retrospectiva que el Museo Reina Sofía dedica a esta artista para la que, apunta el co-comisario Fernando López- “lo personal es político”.
Su feminismo, su propia condición femenina, su relación con el entorno – natural, social…- se muestran a través de su cuerpo- su instrumento- y sus experiencias utilizando la técnica de manera poco convencional. Su propio yo, su energía, alimenta su trabajo de décadas, en el que “todo es igualmente importante”.
Miriam Cahn. todo es igualmente importante. Museo Nacional. Centro de Arte Reina Sofía. Hasta el 14 de octubre de 2019 / Edificio Sabatini, 3ª planta.
El Museo Reina Sofía presenta la exposición Miriam Cahn. todo es igualmente importante que propone un recorrido por la producción de la artista Miriam Cahn (Basilea, Suiza, 1949) desde sus inicios en la década de los 70 hasta la actualidad.
A pesar de la variedad presente en el trabajo de Miriam Cahn, toda su práctica artística gira en torno al cuerpo. Para Cahn, dibujar, pintar, fotografiar, esculpir o escribir adquieren pleno sentido al poner su propio cuerpo en movimiento. Éste funciona como una herramienta performativa: no sólo es representado, sino que encarna materialmente las coordenadas (edad, condiciones físicas, etc…) que el trabajo artístico pone a prueba, tanto a diario como a lo largo de toda su vida.
Por ello Cahn puede decir que las manos son una “herramienta para pensar”, y por ello medios tradicionales comola pintura al óleo o el dibujo al carbón se comportan de modo poco convencional en sus manos. Más allá de representar cuerpos, es el cuerpo de la propia Cahn, con su edad, condiciones físicas, psíquicas y anímicas, el que se pone a prueba en el trabajo artístico. Es bajo este prisma como podemos entender los procedimientos artísticos ensayados por Cahn, como trabajar con un ritmo ajustado a la energía producida por su cuerpo en los períodos menstruales, dibujar con los ojos cerrados o empezar a pintar al óleo y en posición vertical solo cuando una dolencia en la columna vertebral le impidió seguir dibujando a la creta sobre el suelo.
El movimiento del cuerpo continúa en el espacio expositivo, donde el montaje de las obras, tarea que Cahn no delega en otros, cobra enorme importancia. Cahn sitúa en el mismo nivel escalas dispares, colores luminosos con negros profundos, perspectivas que permiten ver a distancia junto a dibujos realizados “piel a piel” sobre el papel o el lienzo, buscando agitar nuestra percepción. Coloca las obras a la altura del ojo y estas nos miran abiertamente. Si el arte es político, piensa Cahn, no es solo por lo que puede exponer, sino por su poder de hacer que nos expongamos a él.