LA LUPA, CON PASCAL ROY – Aunque la atención mediática sobre Israel estas semanas se centra en la intención de una reforma del poder judicial que ha llevado a muchas manifestaciones, el nuevo mandato de Netanyahu ha comenzado con una potente acción exterior que lo vuelve a situar en la posición donde se siente más a gusto. Si bien su primera visita fue a la vecina Jordania para aplacar los ánimos tras la tensión desatada por el ministro Ben Gvir en su visita al Monte del Templo, la siguiente ha sido a Francia (reconociendo así su liderazgo en Europa) para hablar de muchos asuntos, pero quizás el más relevante para Israel: la postura respecto a Irán y el Acuerdo nuclear, situación que podría dar un giro en tiempos cercanos, tras el apoyo encubierto pero incondicional, de la República islámica a la invasión rusa a Ucrania. A ese respecto, Netanyahu también ha sorprendido con la decepción que declarado sentir por las acciones de Putin y un posible apoyo más contundente a la resistencia ucraniana (algo que, hace sólo un par de meses, criticaba del anterior gobierno de coalición). A ello hay que sumar algunas imágenes que parecen hacer renacer el espíritu de los Acuerdos de Abraham, con la formalización de las relaciones diplomáticas con Chad y el esperado acercamiento definitivo de Sudán.
Netanyahu nuevamente en su “salsa” diplomática internacional
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