EL BUEN NOMBRE, CON ALEJANDRO RUBINSTEIN – Desde el siglo II a.e.c. en que Roma conquista y somete a Judea y hasta la llegada del Islam a esas mismas tierras pasan unos nueve siglos de influencia cristiana y romana (luego bizantina), durante los cuales la cultura latina también impregna a los judíos del país e incluso a los que habitan en la diáspora, trayendo consigo nuevos nombres e influencias como Agripa, Julio, Romano, reviven otros de origen persa como Javiva, surgen modas de nombres con sufijos como Iojay y otros que, sin tapujos, son decididamente originarios de la península itálica, como Cornelio, Claudio o Gabino.