EL BUEN NOMBRE, CON ALEJANDRO RUBINSTEIN – La actual entrega es singular ya que no gira en torno a nombres de las Escrituras, sino a los adoptados por los judíos que se establecieron en la ciudad de Roma desde antes incluso de la destrucción de Jerusalén y el Segundo Templo a inicios de la Era Común. A diferencia de las costumbres locales, los judíos no incineraban a sus muertos sino que los enterraban en caracumbas, generalmente cuevas comunitarias, al menos cinco de ellas en el área metropolitana actual de la capital italiana. Revisando los nombres de los difuntos descubrimos muchas traducciones al latín y al griegos de los originales nombres hebreos, tal como describe Harry Joshua Leon en su “The Names of the Jews of Ancient Rome”.