SEFARAD PASO A PASO – Anun Barriuso y José Manuel Laureiro, estudiosos de la cultura judía y unos de los colaboradores más antiguos de Radio Sefarad, investigan desde hace años los vestigios y orígenes judíos de Sefarad, en esta ocasión en la localidad burgalesa de Orbaneja del Castillo, en el noreste de la provincia de Burgos, en una comarca llamada Sedano y Las Loras. Su acceso no es fácil, hay que tomar la carretera N-623 y desviarse a la altura de Escalada donde se toma una pequeña vía que nos lleva hasta el pueblo. Lo primero que llama la atención es lo abrupto del paisaje, aunque no hay que olvidar que estamos en uno de los cañones formados por el río Ebro, que junto a una orografía de tipo cárstico, confieren a la zona un aspecto singular. Calizas horadadas por el agua y por lo hielos crean cuevas naturales y formaciones de caprichosa belleza.
En cuanto a la presencia judía en la zona, hay dos grandes versiones pero que en última instancia vienen a converger. La primera nos habla de familias judías que no salen de España por el Decreto de Expulsión y ante la aplicación del mismo deciden buscar lugares apartados donde refugiarse. Encontramos tambiéna los conversos que se ven hostigados y deciden igualmente ubicarse en sitios más seguros en los que el anonimato les permita emprender una nueva vida. Una segunda hipótesis es la que habla sobre el pueblo de Orbaneja que se encuentra muy próximo a la ruta que hacían las cuerdas de presos de la Inquisición. Éstas les llevaban a embarcar a los puertos marítimos de Santoña y Laredo (los dos en Cantabria) con destino incierto, en cuyos traslados probablemente se producirían fugas y por lo imponente de su paisaje es un lugar ideal para refugiarse después de una huída.
Sea como fuere, lo que está claro es que el asentamiento judío en la zona se lleva a modo de defensa por lo que se busca un lugar alto y de difícil acceso pero que para personas conocedoras del terreno, permita una fácil salida. Cuando intentamos indagar sobre Orbaneja del Castillo, nos encontramos con un problema añadido y es la falta de documentación, pues según informaciones que nos han llegado por distintos cauces, en los años sesenta un clérigo perteneciente o relacionado con la Catedral de Burgos, catalogó y posteriormente retiró los archivos parroquiales de la zona para evitar los expolios que estaban sufriendo estas pequeñas iglesias de los pueblos de Burgos y Palencia. Por tanto, tenemos que basarnos, sobre todo, en el testimonio oral. Para ello hay pocas opciones pues la zona quedó casi abandonada en décadas anteriores. Actualmente está volviendo a poblarse por personas procedentes de Euskadi (País Vasco), que son originarios de la zona, pero que han estado ausentes de allí en dos o tres generaciones en algunos casos. Y en cuanto a testimonios físicos nos tenemos que limitar a constatar el nombre de una calle, la calle Almojada, en la parte alta del pueblo y que tal vez por el nombre y por sucesivas alteraciones pudo hacer referencia a la aljama del lugar.
Pero volviendo a los testimonios orales, gracias a la amabilidad de algunas personas, pudimos saber que había en el pueblo dos ancianos Tonino y Daniel que posiblemente podrían darnos noticias. Encontramos a Daniel, que después de vencer las lógicas reticencias y desconfianzas, nos da las siguientes informaciones en relacióna nuestro tema:
• Que ellos siempre han sido conscientes de que en el pueblo vivieron judíos.
• Que el contrapunto de las familias judías eran las familias de moros, a las que pertenecía nuestro interlocutor (según sus palabras).
• Que la relación entre las comunidades judía y mora eran de vecindad sin conflicto, aunque con una endogamia en la comunidad de judíos que impedía a los moros entrar a formar parte de estas familias.
• Que era una suerte para una familia de los llamados moros emparentar con personas de origen judío, pues aumentaba su prestigio.
• Que nuestro interlocutor nos definió textualmente a sus convecinos de origen judío, y citamos textualmente: “inteligentes, superiores, finos, más unidos familiarmente y emprendedores”.
• Que hasta hacía pocos años habían residido en el pueblo tres o cuatro familias de origen judío, de las cuálesya no quedaba ninguna, pero recordaba el apellido (o apodo) de dos de ellas, los Gallo y los Gallejones, que casualmente es el nombre de un pueblo cercano
• Nos corroboró la actividad del clérigo de Burgos, que intentó investigar el tema e incluso recordaba que hacia 1970 un periodista del Diario de Burgos llamado Ontañón había recorrido la zona recogiendo vestigios y costumbres que demostraran la presencia judía.
• También nos contó algún recuerdo de niño: los hombres del pueblo se sentaban haciendo un círculo de aproximadamente diez personas y sabían cuándo había algún forastero entre ellos, pues no se colocaba del mismo modo.
• Por último, nos informó sobre las fiestas. La más importante duraba cuatro días y era la Pascua de Pentecostés: para ella se realizaba un pan especial en forma de rosca. Este pan era recogido por las casas y metido por el orificio en un palo que portaban los jóvenes. Al cuarto día era comido en pequeños trozos que se repartían entre todos los vecinos. Igualmente ese día se comía un chivo matado por “el que sabía matar” y se terminaba esa comida festiva con un flan (un postre de huevo, azúcar y leche).
Como podemos ver hay una mezcla heterogénea de ritos, costumbres y usos que nos pueden hacer pensar que esta pequeña comunidad judía se mantuvo fiel a sus creencias pero transformándolas hasta casi hacerlas irreconocibles. Pero lo que más llama la atención por su rotundidad, es la seguridad con la que todos a los que pudimos entrevistar nos daban por hecho la pervivencia judía en la localidad.
Orbaneja del Castillo, judería burgalesa
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