IDENTIDAD, DESDE URUGUAY – Rafael Winter nos habla de Pésaj y el concepto de libertad. Reproducimos a continuación otro artículo del mismo autor sobre Pésaj.
Vehigadta lebinjá: es un concepto central de la Hagadá de Pésaj. Contarle al hijo. Además del acontecimiento fundamental que significó el Éxodo de Egipto, contarle al hijo implica por sobre todo, tradición y continuidad. Y también preservar la memoria.
En estos días, en los cuales se aproxima un nuevo Yom Hashoá (Día del Holocausto) es también un deber, a mi juicio, relatarle lo que significó la peor tragedia en la historia de nuestro pueblo.
Por eso LE CONTARÁS A TU HIJO que:
Seis millones de judíos, es decir un tercio de nuestro pueblo en aquel entonces, fueron exterminados durante la segunda guerra mundial. De las formas y métodos más horrendos que uno se pueda imaginar.
Cerca de un millón y medio de los judíos asesinados eran niños y adolescentes.
Objetivo declarado de los criminales nazis, además de la conquista de Europa, fue la “Solución Final”: eufemismo que significa lisa y llanamente la destrucción física del pueblo judío en su totalidad.
Los judíos fueron destruidos no por “hacer” sino por el mero hecho de “ser”. En realidad por nacer.
Por tal motivo, en la larga serie de atrocidades sufridas por el pueblo judío a lo largo de la historia, esta no fue “una tragedia más”. Fue singular: distinta a todas, “cualitativa” y cuantitativamente. No se compara absolutamente con ninguna otra.
No todas las víctimas fueron judíos pero todos los judíos fueron víctimas.
LE CONTARÁS A TU HIJO que:
Noche y bruma se abatieron sobre nosotros.
La plaga de la sangre, no metafórica sino literalmente, cayó sobre nosotros.
La plaga de la oscuridad cayó sobre nosotros.
El “ángel de la muerte” (¿ángel?) pasó solamente por encima de las casas…judías.
No mató “solamente” a los primogénitos.
Por cierto que de Egipto, Dios nos sacó con mano fuerte y brazo extendido. En cambio de Auschwitz…
El Mar Rojo no se abrió para nosotros, en esta ocasión más bien se cerró. Directamente no hubo salida al mar.
LE CONTARÁS A TU HIJO que:
Los criminales nazis, hez de la humanidad, tuvieron demasiados cómplices que participaron voluntariamente del exterminio.
Mientras millones eran asesinados, buena parte del mundo, a sabiendas de lo que ocurría, miró para un costado. Cómplices por indiferencia. Eso posibilitó aún más la tragedia.
Cuando todavía era posible salir del infierno que se venía -los años previos a la guerra- e incluso durante los primeros años de la misma, mientras que de algunos lugares de Europa aún se podía salir, la mayoría de los países a los judíos no los dejaba entrar. Cerraron sus puertas. Parcial o totalmente.
A pesar de todo hubo honrosas excepciones: algunos países (gobernantes y buena parte de sus respectivos pueblos) se comportaron de manera muy digna. Hubo seres humanos excepcionales, justos entre las naciones, que arriesgaron su vida por nosotros. Más de los que suponemos. Pero menos de los que hubiésemos necesitado.
LE CONTARÁS A TU HIJO que:
Pese a las circunstancias sin precedentes que nos tocó vivir, hubo innumerables actos de resistencia judía.
La resistencia fue, en sus más diversas formas y por sobre todo, espiritual.
Hubo resistencia física. Llevada a cabo, principalmente por los jóvenes de los movimientos juveniles sionistas jalutzianos; y junto con ellos, jóvenes bundistas y comunistas todos los cuales, con coraje y valor sin límites, empuñaron las pocas armas que tenían -a veces contando solamente con sus propias manos- al llegar a la conclusión que la redención no vendría ni de arriba ni de abajo.
La heroica rebelión del Gueto de Varsovia, liderada por Mordejai Anielewicz, es la que especialmente simboliza los actos de resistencia del pueblo judío en su hora más sombría.
Además de las rebeliones en guetos y campos de concentración-exterminio, hubo miles y miles de judíos, partisanos y otros, combatiendo valientemente en los bosques contra los nazis y sus cómplices.
LE CONTARÁS A TU HIJO que:
Debemos recordar lo que “nos hizo Amalek”. No olvidar. Preservar la memoria.
Sea como fuere, Amalek, de tanto en tanto reaparece en la historia. Hitler, en mayor o menor medida ha reaparecido en versión actualizada.
Como dice nuestra Hagadá (Vehi Sheamda): “En cada generación hay alguien que se levanta contra nosotros para exterminarnos”. El mismo fragmento termina con que “Dios nos libra de sus manos”. Esto último es, cuanto menos, discutible.
A pesar de los testimonios de sobrevivientes, documentos, evidencias, pruebas rotundas, terminantes e irrefutables de lo ocurrido, hay aun quienes se empeñan en negarlo, profanando la memoria de seis millones de víctimas.
LE CONTARÁS A TU HIJO que:
También sufrieron millones y millones de personas de otros pueblos. Precisamente por lo que nos ha tocado vivir -mejor dicho: sufrir- debemos ser sensibles a las desgracias de los demás, solidarizarnos y ayudar el máximo posible.
Los nazis fueron finalmente derrotados en la Segunda Guerra Mundial. Pero continúa habiendo nazis y nazismo en el mundo. Combatirlo debe ser tarea de todos, judíos y no judíos por igual.
El prejuicio y el odio, sino se lo detiene a tiempo -y hay instrumentos legales para hacerlo- puede desembocar en lo que desembocó. También en los lugares menos pensados.
Todos los seres humanos de buena voluntad debemos luchar contra toda clase de intolerancia, discriminación y racismo, sean quienes sean las reales o potenciales víctimas.
Cada uno debe ser “el guardián de su hermano”. El “no te metas”, es precisamente lo contrario a lo que nuestros valores enseñan.
A pesar de todo -y esto no es un consuelo- el nazismo no consiguió plasmar sus objetivos. El pueblo judío resurgió, metafórica y literalmente de las cenizas, y pocos años después, aunque el proceso ya estaba en marcha desde hacía tiempo, nacía el Estado de Israel.
Y LE CONTARÁS A TU HIJO.
Debes relatar esta historia. Seguramente te llevará mucho más tiempo que “una noche de séder”. Pero debes hacerlo. El que relata -aunque la Hagadá lo ubica en el contexto de la narración del Éxodo de Egipto- “harei ze meshubaj”, quiere decir que “es digno de alabanza”.
A lo que dice la Hagadá “en cada generación cada uno debe verse a sí mismo como si hubiese salido de Egipto” -y así deberá ser siempre- agregaría que “en cada generación cada uno debe verse a si mismo como si hubiese estado en la Shoá”. Más allá de que, sólo quien vivió el horror, puede realmente sentirse como habiendo estado allí.