Purím, la Semana Santa y el Cambio Climático
LA PALABRA – En estos próximos días festivos para judíos y cristianos se da un caso llamativo. 2016 es un año bisiesto del calendario gregoriano en el que se agrega un 29º día al mes de febrero. El calendario hebreo es muy diferente, ya que intenta conjugar las dos fuerzas celestiales del sol y la luna: años solares de 365,25 días y meses lunares de 29,5 días. Alternando meses de 29 y 30 días, los años judíos (y vamos por el 5776) duran sólo 354 días, pero este déficit se compensa con una compleja fórmula (que se repite cíclicamente cada 19 años) en la que se añade un mes entero cada dos o tres años. Estamos en uno de esos “años preñados”. Y se da el caso de que en estos días los cristianos conmemoran la resurrección de Jesús en un episodio (la Última Cena) que se inicia con el séder de Pésaj, la Pascua judía. Por tanto, a diferencia de otras celebraciones religiosas, la fecha de la Semana Santa (y, antes, la del Carnaval previo a la cuarentena pascual) se determina según la de Pésaj. Pero no siempre, ya que las autoridades eclesiásticas determinaron su celebración en la primera luna llena de la primavera, sin tomar en cuenta los “años preñados” judíos.
Por ello, ahora se ha producido un desfase: los judíos celebraremos nuestra pascua en la siguiente luna llena, el 15 del mes de Nisán, pero en la actual (15 del mes de Adar) celebramos otra festividad, Purím, conmemorando cómo escapamos de la aniquilación a manos de algunos perversos antiguos persas. Coincidiendo en el tiempo este año, los cristianos recordarán el sufrimiento de Jesús (que algunos atribuyen errónea y perversamente a sus correligionarios judíos, cuando fue obra de la potencia europea hegemónica de la época). Si hacemos una traslación de nombres a la modernidad, de persas a iraníes y del Imperio Romano a la Unión Europea, quizás nos entren ganas de revisar nuestros relojes y comprobar si realmente las manecillas se mueven.
Pésaj es llamada también la fiesta de la primavera y, en muchos sentidos, considerada el inicio del año nuevo judío (y de la naturaleza). Casualidad o no, este año la naturaleza también se ha “retrasado” y las nieves no han llegado sino muy tarde, en pleno marzo. Seguramente habrá algún esotérico que verá en este fenómeno la clarividencia de antiguos sabios que diseñaron el calendario hebreo para adelantarse en miles de años a los efectos del Cambio Climático, y elaboraron una fórmula que postergue en 2016/5776 el inicio de la primavera en un ciclo completo de la luna alrededor de la Tierra. Una situación que en este caso especial nos pondrá a cristianos y judíos el próximo jueves en una tesitura opuesta: de recogimiento o jolgorio, de capirotes frente a disfraces, respectivamente. Que lo que el Cambio Climático ha unido, no nos enfrente y separe.
Jorge Rozemblum
Director de Radio Sefarad