A FONDO – La última vez que hablamos con el analista de defensa Jesús Manuel Pérez Triana apenas habían pasado unas horas del pogromo del 7 de octubre de Hamás y aún no se conocía qué tipo de respuesta daría Israel al ataque. Pasados tres meses se impone un análisis cuya primera conclusión es que la respuesta militar está siendo muy distinta a la de anteriores ocasiones, caracterizadas entonces por andanadas de misiles contra territorio israelí. En el plano estratégico destaca que la entrada del ejército israelí se produjo de norte a sur y cerrando el paso a la playa, logrando un avance más rápido que el previsto en el siempre complicado escenario de la lucha urbana, sin encontrar prácticamente resistencia frontal del grupo terrorista, que generalmente optó por las emboscadas y, principalmente, por el refugio en su extensa red subterránea de túneles. Después de prácticamente acabar con estos focos en el norte y centro de la Franja, los esfuerzos ahora se centran en el sur del enclave. A pesar de los cálculos previos, Irán (gran promotor de este ataque) prefiere reservar a sus lacayos de Hezbolá, que hasta ahora sólo han dado un apoyo limitado de ataques y han evitado sumarse a un enfrentamiento en el que tienen muchas más posibilidades de perder que de ganar, no sólo respecto a Israel, sino incluso al propio Líbano, lo que ha hecho derrumbar su prestigio entre los más belicistas antiisraelíes, incluida la población palestina de Cisjordania, cada vez más volcada en apoyo de Hamás. Todo ello propicia, más que aleja, un acercamiento geopolítico a Israel de los países árabes sunitas liderados por Arabia Saudita.