HABLEMOS DE LA BIBLIA, CON IRIT GREEN – Salmo 115
No a nosotros, oh Eterno, no a nosotros
sino a tu nombre le corresponde toda la gloria,
por tu amor inagotable y tu fidelidad.
¿Por qué dejar que las naciones digan:
«Dónde está el Dios de Israel»?
Nuestro Dios está en los cielos
y hace lo que le place.
Los ídolos de ellos no son más que objetos de plata y oro;
manos humanas les dieron forma.
Tienen boca pero no pueden hablar,
tienen ojos pero no pueden ver.
Tienen oídos pero no pueden oír,
y tienen nariz, pero no pueden oler.
Tienen manos pero no pueden sentir,
tienen pies pero no pueden caminar,
y tienen garganta pero no pueden emitir sonidos.
Y los que hacen ídolos son iguales a ellos,
como también todos los que confían en ellos.
¡Oh Israel, confía en el Eterno!
Él es tu ayudador y tu escudo.
¡Oh sacerdotes, descendientes de Aarón, confíen en el Eterno!
Él es su ayudador y su escudo.
¡Todos los que temen al Eterno, confíen en el Eterno!
Él es su ayudador y su escudo.
El Eterno se acuerda de nosotros y nos bendecirá.
Bendecirá al pueblo de Israel
y bendecirá a los sacerdotes, los descendientes de Aarón.
Bendecirá a los que temen al Eterno,
tanto a los grandes como a los humildes.
Que el Eterno los bendiga ricamente,
tanto a ustedes como a sus hijos.
Que sean bendecidos por el Eterno,
quien hizo los cielos y la tierra.
Los cielos pertenecen al Eterno,
pero él ha dado la tierra a toda la humanidad.
Los muertos no pueden cantar alabanzas al Eterno
porque han entrado en el silencio de la tumba.
¡Pero nosotros podemos alabar al Eterno
ahora y para siempre!
¡Alabado sea el Eterno!