HABLEMOS DE LA BIBLIA, CON IRIT GREEN – Del maestro de coro. Salmo de David.
Señor, líbrame de los malvados;
protégeme de los violentos,
de los que traman el mal
y a todas horas provocan peleas.
Su lengua es aguda, como de serpiente;
sus palabras son como veneno de víbora.
Señor, protégeme del poder de los malvados,
protégeme de los violentos,
de los que hacen planes para que yo caiga.
Esos orgullosos me han puesto una trampa;
me han tendido red y lazos;
me han puesto trampas junto al camino.
Le he dicho al Señor: «Tú eres mi Dios;
¡escucha, pues, mi grito suplicante!
Señor, Señor, mi Salvador poderoso,
tú proteges mi cabeza en el combate.»
Señor, no concedas al malvado sus deseos;
no dejes que sus planes sigan adelante.
Los que me rodean levantan la cabeza;
¡que caiga sobre ellos la maldición que lanzan!
Que caigan sobre ellos carbones encendidos;
que los echen en pozos, de donde no salgan más.
Que no permanezca en la tierra el deslenguado;
que el mal persiga al violento y lo destruya.
Yo sé que el Señor hace justicia al pobre
y defiende el derecho del afligido.
Los hombres honrados alabarán tu nombre;
¡los hombres rectos vivirán en tu presencia!