HABLEMOS DE LA BIBLIA, CON IRIT GREEN – Del maestro de coro. «No destruyas». Poema de David, cuando Saúl ordenó que vigilaran la casa de David para darle muerte.
Dios mío, líbrame de mis enemigos;
ponme a salvo de mis agresores.
Líbrame de los malhechores,
sálvame de los asesinos,
porque hay hombres poderosos
que esperan el momento de matarme.
Señor, no he sido rebelde ni he pecado;
no he hecho nada malo,
y, sin embargo, se apresuran a atacarme.
¡Despierta! ¡Ven a mi encuentro y mira!
Tú, Señor,
Dios todopoderoso, Dios de Israel,
despierta y castiga a esos paganos;
no tengas compasión de esos malvados traidores.
Regresan por la noche, ladrando como perros,
y rondan la ciudad.
Echando espuma por la boca,
dicen con tono hiriente:
«¡No hay nadie que nos oiga!»
Pero tú, Señor, te ríes de ellos;
tú te burlas de esos paganos.
En ti estaré protegido, Dios mío,
pues tú eres mi fortaleza y protección.
El Dios que me ama vendrá a mi encuentro;
me hará ver la derrota de mis enemigos.
No les tengas compasión,
para que mi pueblo lo tenga presente;
dispérsalos con tu poder, y humíllalos.
¡El Señor es nuestro protector!
Pecan en todo lo que dicen;
¡pues que sean presa de su propio orgullo
y de sus falsos juramentos!
¡Acábalos, acábalos con tu enojo!
¡Que dejen de existir!
¡Que se sepa que Dios es Rey
en Jacob y hasta lo último de la tierra!
Cuando vuelvan por la noche ladrando como perros,
y ronden la ciudad en busca de comida,
aullarán por no encontrar suficiente.
En cuanto a mí, te cantaré por la mañana;
anunciaré a voz en cuello tu amor y tu poder.
Pues tú has sido mi protección,
mi refugio en momentos de angustia.
A ti cantaré himnos, Dios mío,
pues tú eres mi fortaleza y protección;
¡tú eres el Dios que me ama!