“Sangre y arena”, de Fred Niblo y Jesse Lansky (1922)
SHÉKET: JUDÍOS EN EL CINE MUDO, CON MIGUEL PÉREZ –
‘Sangre y arena’ fue la confirmación de un joven Rodolfo Valentino como galán de cine. La historia inmortal de Vicente Blasco Ibáñez sobre el ascenso del torero sevillano Juan Gallardo desde sus orígenes humildes hasta la puerta grande de los cosos y su pasión dividida entre su mujer, Carmen, y la hija de un aristócrata se convirtió en el relato idóneo para el carismático actor italiano, dotado no solo de una belleza inusual en el cine de la época sino de una prestancia adecuada para el melodrama. En este filme, Valentino, perfectamente atildado, con patillas marcadas y el pelo engominado, bascula entre el galán argentino y el caballero español, salvo en una primera parte donde cumple a la perfección con el rol de joven humilde que busca sacar a su familia de la pobreza.
Resulta llamativa la excelente fotografía en blanco y negro, llena de contrastes, y la ambientación, con unos decorados muy dignos para la obra de Blasco Ibáñez. Pasados los años, no deja de extrañar que la película se rodara en un granero a la vista de su perfección técnica.
Curiosamente, Valentino y Blasco Ibáñez desarrollaron un singular vínculo profesional, ya que el primero se hizo famoso gracias a ‘Sangre y arena’ y una anterior adaptación de ‘Los cuatro jinetes del Apocalípsis’. Por su parte, el escritor y periodista valenciano desarrollaría a partir de estas películas una prolífica carrera en Estados Unidos como literato y conferenciante. La muerte le sorprendió cuando se documentaba para una novela sobre los viajes de los conquistadores españoles a América.
Pero ‘Sangre y arena’ tiene otros ingredientes que la hacen una película singular y un auténtico contenedor de anécdotas y vivencias del Hollywood neonato. Entre ellas, la dirección a cargo de Fred Niblo, uno de los principales y más sólidos realizadores del cine silente, y la participación de June Mathis en labores de adaptación de la novela de Blasco Ibáñez. Aparte de guionista, Mathis fue la primera mujer ejecutiva en la industria cinematográfica y una descubridora de talentos.
Y luego está Jesse Louis Lasky. Nacido en 1880 en San Francisco, en el seno de una familia de origen judío, Lasky fue otro de los pioneros que hicieron grande el mundo del cine. Vivió un periodo de ebullición en pleno centro del volcán. En medio de grandes nombres. Un coloso entre leyendas. Compitió con Carl Laemme, su hermana se casó con Samuel Goldwyn y con Adolph Zukor fundó la Paramount. En solitario también llevó a cabo varias iniciativas empresariales que le convirtieron en un sólido productor y referente de la industria del entretenimiento en Broadway. Tras la Paramount, formó parte de la Warner y la RKO, dos sellos emblemáticos sinónimos de calidad y buen hacer interpretativo.
Y eso que sus comienzos poco tuvieron que ver con este terreno. Hijo de un comerciante de zapatos, el joven Jesse fue buscador de oro en Alaska hasta que se quedó sin dinero. Formó parte de una orquesta en Hawai y terminó sobre las tablas del teatro formando pareja con su hermana Blanche. Ahí es donde le llegaría su auténtica vocación. Estamos en la primera década del siglo pasado. Época de pioneros y emprendedores. Los comienzos de Lasky fueron en un granero reconvertido en estudio. Allí se alió con otros dos apasionados del celuloide y formó su propia empresa. Uno de ellos era un tal Cecil B. de Mille. De esa unión surgió ‘El mestizo ( The Squaw Man), un western primerizo estrenado en 1913 que ha pasado a la historia como el primer largometraje de la industria de Hollywod. Por ese motivo, a Lasky se le conoce como el artífice del movimiento en las películas, entendido en un sentido moderno del concepto; un enorme paso para el público de principios del siglo XX y presumiblemente muy corto para Michael Bay, si nos quedamos con su ‘Transformers, el último caballero’.
Ficha técnica:
Título: “Sangre y arena”
Director: Fred Niblo
Guión: June Mathis, basado en la novela homónima de Vicente Blasco Ibáñez
Protagonistas: Rodolfo Valentino, Lila Lee, Nita Naldi,Rosa Rosanova y Walter Long.
Productor: Fred Niblo y Jesse Lasky (Paramount)
Fotografía: Alvin Wyckoff
Año: 1922
País: Estados Unidos
Duración: 108 minutos
Género: drama