EL BUEN NOMBRE, CON ALEJANDRO RUBINSTEIN – Después de desglosar los detalles genealógicos de los nombres de los patriarcas Abraham, Isaac y Jacob, llega el turno de las matriarcas, comenzando por la primera que, durante sus primeros 90 años de vida se llamó Saray, pero al ser bendecida por los ángeles cambió (como su marido Abram) una letra de su nombre: la yod final fue reemplazada por la hei y fue Sara (o mejor Sarah). Su valor numérico final fue entonces de 505. La presencia de esa hei final se tradujo en la bendición de la maternidad, razón por la cual Alejandro Rubinstein recomienda transliterar el nombre a otros idiomas con una hache final, para que conserve su carácter propiciatorio de la vida