Sefarad: exilio y clandestinidad (17ª parte): Sabetai Sevi (III) y su conflictiva personalidad

MILÍM: LA HISTORIA DE LAS DIÁSPORAS, CON ALICIA BENMERGUI – La conmoción que causó la conflictiva personalidad del Sabetai Sevi abarcó una región que incluía a las comunidades de Africa del Norte, las de los judíos que vivían en Medio Oriente, los judíos de Polonia, Europa Oriental, las comunidades de Ámsterdam, Hamburgo y la presencia permanente del profeta Natán en Palestina. El historiador Gershon Scholem, en su libro “El misticismo extraviado”, sostiene que la difusión y la adhesión a la figura del Sabetai respondía a varias cuestiones, entre ellas a la correspondencia que se intercambiaba desde lugares muy diversos, a la propaganda que ejercía la comunidad judía de Turquía. Por el libro de Memorias de Glückel de Hameln sabemos que había enviados y personas que difundían el mensaje de Sabetai, especialmente el de la llegada del cumplimiento de las profecías mesiánicas. A través de Glückel nos enteramos que las primeras noticias las tuvieron por la correspondencia que recibían los sefardíes desde Esmirna. Ella vivía en Hamburgo y contó cómo los judíos ashkenazíes fueron a la sinagoga sefardí para tener noticias del falso mesías. De acuerdo a su relato, sus seguidores, jóvenes sefardíes, estaban vestidos con el uniforme que usaban los seguidores de Sabetai: ropas muy finas, adornadas con grandes cintas de seda verde. Bailaban al son de panderetas, trayendo la buena nueva. Llegaba el tiempo de la Redención y los judíos volverían a la tierra de Israel. Según ella (y Scholem también) muchos vendieron sus casas, sus tierras y todas sus posesiones. Su suegro dejó su casa, sus tierras y todos sus hermosos muebles en Hameln y se mudó a Hildesheim. Además, le envió a su familia, residente en Hamburgo, dos enormes toneles llenos de toda clase de legumbres y alimentos secos, además de telas de lino. El anciano esperaba navegar en algún momento desde Hamburgo a Tierra Santa.
Según Scholem, otros no hacían preparativos por estar convencidos de que serían transportados sobre las nubes. Los más realistas decidieron alquilar barcos que llevaran a los pobres a Palestina. Hay relatos que demuestran que el movimiento mesiánico no estaba reducido a los grandes centros. “Desde muchos lugares, iban delegados para visitar al Sabetai Sevi con pergaminos firmados por los líderes de la comunidad que lo reconocían como Mesías y rey de Israel. Se había entrado en una nueva era: las cartas y hasta algunos libros impresos se fechaban ´el primer año de la restauración de la profecía y su reino´. Los predicadores exhortaban a la gente a devolver todas las ganancias indebidamente conseguidas, aunque no se sabe de ningún caso en el que esto sucediera. No había diferencias sensibles entre las reacciones de los ashkenazíes, sefardíes, judíos italianos u orientales. En congregaciones compuestas por buena parte por antiguos marranos – como las de portugueses de Ámsterdam, Hamburgo y Salónica – el fervor mesiánico era muy fuerte. En el norte de África, donde el movimiento echó profundas raíces, un antiguo marrano, el médico Abraham Miguel Cardozo de Trípoli, llegó a ser uno de los protagonistas más activos. Pero esta historia continúa…

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