Sefarad: exilio y clandestinidad (21ª parte): sefardíes en Polonia

MILÍM: LA HISTORIA DE LAS DIÁSPORAS, CON ALICIA BENMERGUI – Los judíos sefardíes circulaban por regiones del sur de Polonia. Llegaron a estas regiones de Polonia (Galicia) a través de las principales rutas comerciales europeas, aunque pocos se establecieron permanentemente. Una excepción fue la ciudad de Husiatyn (Gusyatin), en la cual hay comerciantes judíos de Salónica mencionados incluso después de 1772. Tanto judíos sefardíes como italianos se establecieron en Lwów en la segunda mitad del siglo XVI y la primera mitad del siglo XVII como comerciantes y médicos. Los agentes de Joseph Nasi, como Avraham y Mosheh de Moza y Ḥayim Kohen, dominaron el comercio, especialmente en vinos y especias, con el Imperio Otomano. Disfrutando de los derechos especiales y el estatus diplomático otorgado por el sultán y el rey polaco, provocaron la envidia de los comerciantes locales, incluidos los judíos polacos. Después de la muerte de José Nasi en 1579, muchos sefardíes abandonaron la ciudad; hacia el siglo XVII el resto había desaparecido habiéndose integrado en la comunidad ashkenazí, mucho más grande.
La comunidad sefardí en Zamość era única. A medio camino entre Lwów y Lublin, esta ciudad (también conocida como Zamostie, Zamotch o Zamoshtch), situada en la provincia de Lublin en el este de Polonia, se estableció a finales del siglo XVI en los terrenos de la antigua aldea de Jan Zamoyski (1542-1605), un general y gran canciller de Estado polaco, sumamente poderoso e influyente durante el reinado de Stephen Bathory (1576-1587). Jan Zamoyski, que se educó en Italia, fue fundamental para introducir en Polonia las ideas humanistas reflejadas en sus políticas tanto a nivel nacional como local. Zamosc, a veces llamada la “Padua del Este”, fue diseñada por el arquitecto italiano Bernardo Morando (1540-1600), originario de Padua, de acuerdo con los principios de “Citta ideale” (“ciudad ideal”) y es la única ciudad con diseño urbano renacentista de Polonia. De acuerdo con su política de desarrollo cultural y su actitud tolerante, Jan Zamoyski invitó a nuevos pobladores a su ciudad entre los que se incluían, además de polacos, gentes de otros reinos y de otras creencias no católicas: armenios, griegos, italianos, húngaros, escoceses y judíos. Esta política ayudó a fortalecer la vida económica y cultural de Zamosc y creó una isla de tolerancia en una época en que otros países católicos de Europa perseguían a judíos y protestantes.
Los primeros judíos se establecieron en Zamosc en 1588, ocho años después de la fundación de la ciudad. Eran sefardíes (judíos españoles) provenientes del Imperio Otomano y de Venecia y, en consecuencia, establecieron la comunidad judía que se hallaba más al norte en Europa Oriental. Se les concedieron los mismos derechos que a los demás, incluyendo la exención de impuestos por 25 años y el derecho a establecer su propia comunidad con la condición de que aceptaran solo a judíos de ascendencia española y portuguesa. Los amplios privilegios otorgados a los judíos incluían el derecho a poseer casas, construir una sinagoga de ladrillos, una mikve (baño ritual) y establecer un cementerio. En el nivel ocupacional, eran libres de participar en la mayoría de las actividades, con la excepción de la fabricación de calzado, peletería y cerámica. El barrio judío se encontraba alrededor de Rynak Solny (el mercado de la sal), Ulica Zydowska (la calle judía, ahora Ulica Zamenhofa), y Ulica Pereca, en la sección noreste del centro de la ciudad. La comunidad sefardí original dejó de existir en la década de 1620 después de una crisis económica generada por la acumulación de deudas incobrables por parte de los deudores polacos. Atraídos por la importancia comercial de la ciudad, los judíos ashkenazíes también comenzaron a asentarse en Zamosc a principios del siglo XVII, en un número que aumentó a partir de 1640, especialmente por los refugiados que huían de las masacres antijudías perpetradas por las tropas de B. Chmelniecki durante la revuelta ucraniana contra el gobierno polaco. Y esta historia continuó…

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