MILÍM: LA HISTORIA DE LAS DIÁSPORAS, CON ALICIA BENMERGUI – La historia de los judíos conversos o de los que practicaron secretamente, bajo riesgo de vida, el judaísmo, es amarga y dolorosa, salvo la de aquellos afortunados que ascendieron tan alto que su nuevo adquirido linaje les permitiera eludir las humillaciones y desprecios a los que debieron acostumbrarse esos “cristianos nuevos” más desventurados. El Libro Verde de Aragón prueba que ni siquiera algunos de ellos pudieron verse libres del furibundo odio antijudío predominante en la sociedad ibérica. Sin embargo y pese a todo hubo quienes lograron una forma de subsistencia basada en una doble vida: una de puertas afuera, a la vista de todos y especialmente de la Inquisición, y otra que les permitía mantener la continuidad de la observancia de su fe como se pudiera y la relación con los suyos, configurando una red de grandes clanes que poseía una gran movilidad entre Castilla y Portugal. El historiador Jaime Contreras sostiene que la sociedad española de los siglos XVI y XVII estaba configurada por una muy extensa red de grandes familias, que era una sociedad de parentescos y linajes, comparándola con una inmensa telaraña de la cual casi nadie podía escapar.
Los judíos conversos, los criptojudíos, con sus propias singularidades también estaban incluidos en una estructura que conformaba una red propia, en la que participaban por razones religiosas y étnicas. La Corona se encontraba en el origen de estos mecanismos burocráticos y era la única que concedía dones, favores y prebendas. En la sociedad criptojudía también existía una escala de diferentes niveles de poder, riqueza y, por supuesto, obligadas contraprestaciones. Así, el historiador Contreras sostiene, por ejemplo, que Rodrigo Méndez Silva – el Cronista General del Reino, un muy encumbrado converso que cumplía funciones en una cercanía bastante estrecha con el monarca en un sitio muy codiciado en la corte, sin gran capacidad para desempeñarse en ese cargo – había logrado llegar hasta allí luego de llevar un vida de éxitos sociales y culturares que había obtenido gracias a la protección y los favores que le dispensara la muy poderosa familia de los Cortizos, con la que obviamente se hallaba en deuda. A su vez los Cortizos había llegado a ser quienes eran gracias a la poderosísima casa de los Guzmanes que respondía al mando del muy famoso y ultra-poderoso conde-duque Gaspar de Guzman. Los portugueses más conocidos del siglo XVIII son los Cortizos, los Cardoso, los Méndez Silva, ellos y muchos otros. Entre ellos numerosos y pequeños vecinos constituyeron una tupida red como cuenta Contreras, entre los pueblos y las ciudades de Castilla. Los Cardoso, los Pereira, los Saraíva vivían en determinados lugares hoy por aquí y mañana por allí.
Por otra parte, en los sectores más bajos de esa sociedad judeo conversa se hallaban las conexiones establecidas, por ejemplo, del judaizante buhonero que recorre los caminos portando y vendiendo diversos objetos, con el tabernero del mesón donde se aloja. Ambos son “judíos de Nación” que conocen muy bien “al hermano de la raza”. Los tres a su vez se abastecen en la tienda fija del vendedor de la ciudad más próxima. Este es un tendero conocido que frecuentemente viaja a Sevilla, a Toledo, a Santiago, a lugares de grandes ferias. Allí, según el historiador “…habla con otros mercaderes, esos comerciantes al por mayor, negocia con tratantes osados que dominan las ferias mayores, donde a su vez, entablan acuerdos con agentes comerciales, con traficantes de dinero. Es un mundo complejo, donde todos se conocen, todos han oído hablar de todo y de todos, en fin, tienen un negocio que vigilar y un secreto que ocultar. En público se relacionan con discreción, en privado las familias se reúnen en torno a sus creencias secretas y a sus vinculaciones personales. Allí se habla de hermanos y parientes de otras ciudades y de otros pueblos, son todos grandes clanes, muchos parientes residen en Extremadura, algunos otros en Andalucía. Son gentes que comercian con todo y tienen factores, agentes e intermediarios en todas partes”. Y esa historia continuó…
Sefarad: exilio y clandestinidad (24ª parte): redes de conversos en la España de los siglos XVI y XVII
Alicia Benmergui, conversos, criptojudaísmo, historia, Jaime Contreras