LOS PASOS DE SEFARAD EN EL NUEVO MUNDO, CON DAVID ROSENTHAL – Con una privilegiada ubicación geográfica en el Caribe, Saint Eustatius o “Statia” motivó que, en 1722, judíos provenientes de Ámsterdam, Curaçao, Surinam y el norte de África se asentaran en esta pequeña isla. Para 1781 se estimaba que sumaban 400 personas, de un total de 800 ciudadanos libres. St. Eustatius se convirtió en un centro comercial entre Europa y América del Norte y del Sur, así como entre las diferentes regiones del continente americano. En 1737 fue fundada la comunidad “Honen Dolim” y se construyó una sinagoga alrededor de la cual se centró la vida judía.
Cuando los revolucionarios norteamericanos que se habían revelado contra Inglaterra comenzaron a abastecerse de armas y municiones en la isla, ésta empezó a destruirse. En 1781 el almirante británico Rodney la atacó y la capturó; los varones judíos fueron arrestados y exiliados a otras islas, sus propiedades fueron confiscadas. Las mujeres y los niños permanecieron en la isla en completa miseria y los expulsados encontraron refugio en las Islas Vírgenes, entonces de posesión danesa, y en Belice.
En la actualidad St. Eustatius es denominada la “Pompeya del Caribe”, con unos pocos centenares de habitantes que viven entre ruinas de depósitos, casas y una sinagoga, que es todo lo que queda de ese asentamiento. El éxodo de los judíos de St. Eustatius, a la postre, una isla holandesa arrasada por los ingleses con el saqueo perpetrado y luego con la llegada de esos sefardíes a las Islas Vírgenes, ayudó a la formación de una comunidad judía permanente en St. Thomas, de posesión danesa.