Terrorismo inclusivo

LA PALABRA – Durante mucho tiempo el terrorismo fue un terreno en el que campaba la discriminación de género. Incluso cuando en los años 50, los grupos revolucionarios independentistas argelinos reclutaban mujeres, utilizaban básicamente a prostitutas para recabar información de los oficiales colonialistas franceses, pero ellas no participaban de igual a igual en los actos violentos. Si bien grupos terroristas como ETA adiestraron a féminas, en general solían asignarles labores más de segunda línea, como la recopilación de información y el transporte logístico. Donde sí comenzaron a incorporarse de igual a igual ha sido en el terrorismo yihadista, pero no en todos los escenarios internacionales, sino casi exclusivamente en el israelí.

Los primeros precedentes los encontramos en personajes como Leila Khaled, primera mujer que participó en el secuestro de un avión en 1969, como militante del Frente de Liberación Popular de Palestina y desde entonces personaje venerado de sectores progresistas españoles que la invitaron oficialmente a la Feria del Libro de Barcelona Literal 2017 y también al Parlamento europeo, pero es una “heroína” que no llegó a mancharse de sangre. Quien sí ha potenciado el papel más activo e “inclusivo” de la mujer palestina en la labor del asesinato masivo e indiscriminado de civiles ha sido el grupo Hamás, y ello pese a que a los shahid (lo que se suicidan con tal de matar) se les promete una posteridad paradisíaca junto a 70 vírgenes. Por consiguiente, a las muchachas (generalmente adolescentes y vírgenes ellas mismas) sólo le correspondería una triste eternidad junto a la setentava parte de la compañía de un único hombre. Si quieren seguir siendo el “faro” de la inclusión, deberían debatir una mayor equiparación, aunque sólo sea en el plano de la recompensa tras una muerte “heroica”.

La “inclusividad” del terrorismo yihadista palestino es aún mayor si tomamos en cuenta a los menores de edad, a los que convencen para acercarse con su chalequito de explosivos al enemigo y allí tirar de la cuerdita, tal como les enseñan en los programas de la televisión pública y en las escuelas financiadas por la UNRWA (es decir, también por los impuestos de los bolsillos de TODOS los españoles) en la franja de Gaza. Al César lo que es del César, y a Hamás el reconocimiento de su labor puntera en la inclusión de todos estos sectores demográficos y sociales en su objetivo de matar judíos.

Lo único que les falta (por si no habéis caído en la cuenta, estoy siendo irónico en esta columna) para situarse a la vanguardia es que los explosivos que utilicen para hacerse estallar produzcan la menor huella contaminante en el medio ambiente y no contribuyan al calentamiento global. De momento cumplen con una parte de los requisitos ya que reducen, aunque sea de manera modesta, la población de contaminadores y consumidores de oxígeno y otros recursos vitales. Pero sería muy loable que usaran para la fabricación de las bombas más materiales naturales y no producidos en plantas químicas que amenazan y ponen en peligro la flora y fauna de las localidades donde están instaladas.

Jorge Rozemblum

Director de Radio Sefarad

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